En memoria de la profesora María Lecea
Por CEN CHULAN
El
2 de octubre de 2003 por la noche me llegó la nefasta
noticia del fallecimiento de mi querida profesora María
Lecea, lo que me causó profundo dolor y pena. Recuerdo que en noviembre
de 2002 le prometí en Madrid que iría a Málaga a verla
en mi próximo viaje a España, y ahora mi promesa se ha
tornado irrealizable. Sin embargo, la profesora Lecea
vivirá siempre en mi corazón y en el de todos sus antiguos
discípulos. Los recuerdos de los días pasados junto con
ella se mantienen aún frescos en mi memoria, como si hubieran
ocurrido ayer mismo.
Tuve la suerte de ser una de sus tres primeros discípulos chinos cuando
llegó a Beijing en 1955. Nos dio un curso intensivo de
formación de profesores. Gracias a ella y a su esposo,
el profesor Ataúlfo Melendo, terminamos los estudios universitarios
de lengua castellana en un año y nos graduamos. En 1959
llegué a ser profesora adjunta y más tarde, profesora
agregada y catedrática. De 1955 a 1964, y entre 1985 y
1988, la profesora Lecea me ayudaba a preparar las clases,
corregir mis planes de enseñanza, revisar mis trabajos
escritos y traducciones, aclarar todas las dudas que yo
le consultaba y nos daba a mí y a mis colegas clases de
perfeccionamiento. Siempre estaba dispuesta a ofrecernos
ayuda, fuera de día o de noche, días de semana, sábado
y domingo, o días festivos.
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Regalando la medalla de
la "Amistad" a la profesora |
En la reunión para darles la bienvenida en la entonces Facultad de Francés
y Español, en la primavera de 1955, la profesora Lecea
expresó su sincero deseo de servir de todo corazón al
pueblo chino cumpliendo con su deber internacionalista.
Y así lo hizo la pareja. Ellos habían abandonado su vida
acomodada y su prometedora carrera profesional en Moscú
para venir a ayudar a la Nueva China, que era todavía
pobre y atrasada. Trabajaron con abnegación para promover
la enseñanza de español en China.
La profesora Lecea sentía verdadero afecto por China. A comienzos de
los años 60, China sufrió calamidades naturales y amenazas
extranjeras, pero la profesora Lecea no nos abandonó,
desafiando las presiones extranjeras. Antes de partir
hacia Argelia en 1964, para esperar la oportunidad de
regresar a España, en la cena de despedida, la profesora
Lecea nos aseguró que defendería a China. En Argel mantenía
estrecha relación con la Embajada China, y en 1985 aceptó
gustosa nuestra invitación para volver a dedicarse a la
docencia del español en China.
En China, la profesora Lecea contribuyó a la formación de 24 embajadores
acreditados en España y América Latina, varios viceministros,
una veintena de catedráticos y otros tantos investigadores,
miles de diplomáticos, profesores, periodistas, traductores
y empresarios. Además de impartir clases, la profesora
Lecea redactó y publicó cuatro tomos de manuales de español
que se usaron en toda China. Todos los trabajos y obras
de marca “Lecea” tienen fama de ser de “primera
categoría ”.
La profesora Lecea no sólo se destacaba por su excelente calidad en la
enseñanza, sino también por su entrañable relación con
sus alumnos. Todos sentimos gran afecto por ella porque
siempre nos trató con verdadera camaradería y cariño.
Fuera de clase, nos enseñaba a cantar muchas canciones
populares; nos invitaba a su hogar o acudía a nuestras
casas o aulas a celebrar fiestas; salía de excursión con
nosotros; visitaba a alumnos enfermos; cada Año Nuevo
recibía y enviaba un montón de tarjetas de felicitación
y de regreso a España y mantenía contactos epistolares
con muchos antiguos discípulos y colegas. Los que teníamos
oportunidad de viajar a España, no dejábamos de ir a Málaga
a verla, o la llamábamos por teléfono.
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La profesora Lecea y sus
alumnos |
Para corresponder a la grandiosa contribución de la profesora Lecea a
la enseñanza de castellano en China, el Gobierno chino
le otorgó en junio de 1992 la medalla de “la Amistad”
y en el año 2002 tomó la decisión de concederle mensualmente
el sueldo de especialista de 4.000 yuanes a partir de
julio de aquel año. Por sus grandes méritos, la profesora
Lecea recibió la encomienda de la Orden Civil de Alfonso
X el Sabio, en octubre de 1986, en la Embajada de España
en Beijing.
La profesora María Lecea nos ha dejado para siempre, pero su causa continuará
y perdurará. La entonces única Sección de Español de China
en que ella trabajaba en 1955, que no contaba más que
con un profesor y tres ayudantes chinos de español y menos
de cien alumnos, ha pasado a ser hoy día una de las veinte
facultades de español de China, con unos doscientos profesores
chinos y miles de alumnos. Nosotros, sus fieles discípulos,
sabremos esforzarnos por fomentar aún más la enseñanza
del castellano en China. Que descanse en paz nuestra querida
y respetada profesora Lecea.
(Beijing, 10 de noviembre de 2003)
*CHEN CHU LAN, Catedrática de la
Facultad de Español de la Universidad de Estudios Extranjeros
de Beijing.