La
abuela Gao, miembro de patrulla


El
gran problema que existe actualmente en las grandes ciudades,
sobre todo en las metrópolis, es el robo a mano armada,
lo que provoca inestabilidad social e inseguridad en los
ciudadanos. Aunque los policías luchan arduamente por
la protección del pueblo, incluso algunos han sacrificado
sus vidas, sin embargo, el reducido número de sus miembros
no alcanza combatir este nocivo fenómeno.
Gracias
al surgimiento, en la década de los 80 de un contingente
de voluntarios, cuya abrumadora mayoría son jubilados,
entre los 60 años, los habitantes de la comunidad disfrutan
de un ambiente más tranquilo. Estos retirados, a pesar
de que han dejado sus puestos de trabajo, no quieren desligarse
de la sociedad y mantienen el deseo de seguir haciendo
algo para el servicio social. Por ello, se agrupan voluntariamente para la custodia de la comunidad donde habitan.
Todos los días se ven unas tres o cinco personas con brazalete
rojo, patrullando por las callejuelas o por los alrededores
del vecindario.
En
un principio, cuando surgió ese grupo, algunos opinaron
que no sería más que una formalidad, y que en la realidad
no sería de gran utilidad para la protección de la paz
y el orden en la sociedad. Por el contrario, estaban equivocados.
Según los resultados logrados en la protección de la seguridad
pública de los últimos años, esta organización ya constituye
una fuerza inestimable y ha alcanzado buenos resultados
con la ayuda la policía y el respaldo de los habitantes.
------La Red.


DURANTE la Cuarta Conferencia Nacional de
Premiación a Personajes Destacados, que tuvo lugar en
Beijing el 28 de noviembre del año pasado, se reunieron
muchos héroes por la defensa de las causas justas. Quien
más llamó nuestra atención fue Gao Yufen, una anciana
de 70 años.
La abuela Gao no es una persona común y corriente,
pues ha sido dos veces galardonada por el Ministerio
de Seguridad Pública y, en varias ocasiones obtuvo el
título de Portadora de laBandera Rojo del Ocho de Marzo,
tanto nacional como provincial.
A pesar de que solamente mide 1,5 metros
y es muy delgada, la anciana Gao tiene el coraje de enfrentarse
sola con los delincuentes.
Cierto día, ocurrió en un hotel de Zhoucun
un caso de robo. Dos personas compartían una misma habitación,
una robó el dinero de la otra. La policía local empezó
inmediatamente la investigación. La abuela Gao, que patrullaba
por la calle, cuando vio a una persona muy aturdida, pero
como a esa hora no era conveniente interrogar a la gente,
pues eran ya las nueve de la noche, y además el lugar
era muy concurrido, lo dejó pasar. Al encontrar al hombre
que había perdido su dinero y enterarse de lo que vestía
y la maleta que llevaba con dos caracteres de “Beijing”,
se percató que era precisamente el que había visto en
la estación ferroviaria.
La abuela Gao regresó de nuevo a la estación
junto con otros compañeros de patrulla y empezó a entablar
conversación con el sujeto sospechado para distraerlo,
mientras hacía señas, para que otros informaran rápidamente
a la policía. En este instante, el ladrón se dio cuenta
de que fue descubierto, entonces intentó huir. La abuela
Gao enseguida fue tras él, lo alcanzó, y por desgracia,
rodó junto con ese tipo por la escalera. Posteriormente,
con la ayuda de las personas que los rodeaban, apresó
al ladrón, y de este incidente la abuela Gao salió con
una pierna lastimada.
Una madrugada, cuando todos los compañeros
patrulleros regresaban a casa, la abuela Gao se sentía
intranquila y caminaba hacia la estación de autobús. Al
ver a un sospechoso acostado en una silla con una bolsa
negra que le servía de almohada, Gao se adelantó preguntándole
a dónde iba y si podría mostrarla su tarjeta de identificación.
La persona se mostró tan nerviosa que no sabía qué hacer.
Esto fortaleció la confianza de la visión perspicaz de
la abuela Gao y enseguida le ordenó que abriera su bolsa,
llevándose con ello una gran sorpresa, en la bolsa estaban
contenidos una serie de instrumentos para fines delictivos:
alicates, martillos, destornilladores y demás instrumentos
del bajo mundo. Después de tan inusual descubrimiento,
la abuela Gao lo llevaba a la oficina local de policía,
pero a la mitad del camino el hombre se giró y dando un
puñetazo a la anciana se escapó. El dolor que le causó
fue tan grave que ella no pudo perseguirlo, y tirada en
el piso no le quedó más que agazaparse.
Después
de un mes la abuela Gao se encontró por casualidad nuevamente
con el tipo. Ella observó que portaba la misma bolsa negra
que la vez anterior, así que lo arrestó y lo llevó a la
policía. Gracias a la inspección realizada por la oficina
local de policía, se descubrió que se trataba de un ladrón
recurrente y que ya había cometido decenas de delitos.
No es miembro de la policía, ni tampoco una
persona que desempeñe oficialmente el cargo de seguridad
social, sin embargo, en estas circunstancias, la
abuela Gao no tiene miedo alguno ni se preocupe por su
propia seguridad. Ella se enfrenta diariamente, con valentía
a las adversidades.
Pero, ¿en qué momento se originó la pasión
de la abuela Gao por atrapar delincuentes? Una desgracia
fue su lección, y desde entonces nada puede impedir su
pasión por salvaguardar a la ciudadanía. Todo empezó a
principios de la década de 1980, cuando una mujer cuya
casa había sido robada lloraba amargamente, mientras se
dirigía a la oficina vecinal para que la ayudaran.
En aquel entonces la abuela Gao era directora del comité
vecinal, y al ver esta escena sintió un fuerte remordimiento
al notar que bajo su administración había personas que
sufrían de alguna pérdida, todo por que ella no había
cumplido bien con su deber. Pensaba que si bien había
sido elegida por los habitantes del barrio, debía asumir
la responsabilidad para ofrecerles un buen servicio y
no permitir en el futuro que sucedieran casos semejantes.
Así, se originó la idea de organizar un equipo de patrulla
para proteger la seguridad del barrio.
En aquel entonces, el equipo de patrulla
estaba compuesto por más de 30 personas voluntarias, quienes
trabajaban por turnos cada noche. Ella era la jefa, durante
el día trabajaba en el comité vecinal, y de noche, junto
con algunos compañeros efectuaban recorridos por las calles
hasta avanzadas horas. En aquella época, su marido trabajaba
en otra provincia y sus dos hijos eran aún pequeños. A
veces no tenía más remedio que dejarlos encerrados en
la casa. Cierta noche llovía a cándalo, no entendía por
qué se sentía intranquila, así que decidió salir a hacer
una inspección, pero su hija menor insistió mucho en acompañarla,
así las dos salieron a la calle. Cuando llegaron a la
estación de autobús las dos mujeres se encontraron con
una persona que llevaba un equipaje muy sospechoso. Gao
apenas empezaba a interrogarlo, cuando el tipo ya se había
puesto muy nervioso. Su hija corrió en seguida a la policía
cercana para pedir ayuda, mientras ella lo vigilaba para
no perderlo de vista. Después de una investigación, efectivamente,
se confirmó que se trataba de un criminal. Tras varios
años de labor, la abuela Gao ya ha acumulado muchas experiencias.
Es por eso que difícilmente se equivoca. “Por el estilo
de conversación, la expresión en los ojos, la forma de
vestir y el equipaje, se nota de que tipo de persona se
trata”, comenta la anciana. Gracias a sus méritos, se
ha hecho famosa entre sus compañeros. Sin embargo, su
rectitud ha despertado el rencor de muchos de los delincuentes
a quienes apresa. Cierta vez, un criminal, tras haber
cumplido su condena llegó a la casa de Gao amenazándola
con tirarla al pozo. A éste Gao no mostró ni siquiera
un gesto de miedo, pues confiaba en el lema que dice “el
bien siempre triunfa sobre el mal”.
En
1984 la abuela Gao cumplió 56 años, justo la edad para
jubilarse y disfrutar con calma de una vida tranquila.
En verdad estaba cansada de preocuparse por la seguridad,
los bienes e inclusive la propia vida de la gente, por
más de diez años, incluso a veces, sólo llegó a dormir
tres horas al día. Sin embargo, después de la visita de
algunos dirigentes de la oficina local de policía, con
la intención de invitarla a colaborar con ellos en los
trabajos de seguridad pública, ella no vaciló y les respondió,
“aunque dejé mi puesto, en realidad no siento que esté
jubilada. Si la sociedad me necesita, seguiré con mucho
gusto trabajando como antes.” De esta forma organizó su
horario de patrulla: durante el día se quedaría en casa
hasta las siete, y de las ocho de la noche hasta las tres
de la madrugada trabajaría en la calle. De este modo es
como la anciana Gao ha desempeñado el papel de policía
hasta los 74 años de edad. Lo más sorprendente es que
no recibe ni un centavo de subsidio por parte del Estado,
incluso las baterías de la linterna que utilizaba son
compradas por ella misma de su propio bolsillo.
Actualmente, debido a su edad, ya no es prudente
que siga patrullando en la calle, no obstante, la anciana
Gao no deja de vigilar desde la sala de estar o balcón
de su casa. Si se encuentra algo extraño, baja inmediatamente
del edificio. Una vez a las doce de la noche, al oír un
grito de socorro, se puso los zapatos y acudió rápidamente
al lugar del suceso. Había dos personas, padre e hijo,
eran azotados por malhechores, en el camino a la estación
ferroviaria para recibir a sus parientes. Al ver la presencia
de la anciana huyeron rápidamente. Este hecho conmovió
mucho a los dos rescatados, quienes quedaron muy agradecidos
por la bondad de la anciana.
En
China hay muchísimos voluntarios como la anciana Gao,
ella solamente es una de miles.