NOVIEMBRE
2004


La abuela Gao, miembro de patrulla

El gran problema que existe actualmente en las grandes ciudades, sobre todo en las metrópolis, es el robo a mano armada, lo que provoca inestabilidad social e inseguridad en los ciudadanos. Aunque los policías luchan arduamente por la protección del pueblo, incluso algunos han sacrificado sus vidas, sin embargo, el reducido número de sus miembros no alcanza combatir este nocivo fenómeno.

Gracias al surgimiento, en la década de los 80 de un contingente de voluntarios, cuya abrumadora mayoría son jubilados, entre los 60 años, los habitantes de la comunidad disfrutan de un ambiente más tranquilo. Estos retirados, a pesar de que han dejado sus puestos de trabajo, no quieren desligarse de la sociedad y mantienen el deseo de seguir haciendo algo para el servicio social. Por ello, se agrupan voluntariamente para la custodia de la comunidad donde habitan. Todos los días se ven unas tres o cinco personas con brazalete rojo, patrullando por las callejuelas o por los alrededores del vecindario.

En un principio, cuando surgió ese grupo, algunos opinaron que no sería más que una formalidad, y que en la realidad no sería de gran utilidad para la protección de la paz y el orden en la sociedad. Por el contrario, estaban equivocados. Según los resultados logrados en la protección de la seguridad pública de los últimos años, esta organización ya constituye una fuerza inestimable y ha alcanzado buenos resultados con la ayuda la policía y el respaldo de los habitantes.

                                                                               ------La Red.

DURANTE la Cuarta Conferencia Nacional de Premiación a Personajes Destacados, que tuvo lugar en Beijing el 28 de noviembre del año pasado, se reunieron muchos héroes por la defensa de las causas justas. Quien más llamó nuestra atención fue Gao Yufen, una anciana de 70 años.

La abuela Gao no es una persona común y corriente, pues ha sido dos veces galardonada por el Ministerio de Seguridad Pública y, en varias ocasiones obtuvo el título de Portadora de laBandera Rojo del Ocho de Marzo, tanto nacional como provincial. 

A pesar de que solamente mide 1,5 metros y es muy delgada, la anciana Gao tiene el coraje de enfrentarse sola  con los delincuentes.

Cierto día, ocurrió en un hotel de Zhoucun un caso de robo. Dos personas compartían una misma habitación, una robó el dinero de la otra. La policía local empezó inmediatamente la investigación. La abuela Gao, que patrullaba por la calle, cuando vio a una persona muy aturdida, pero como a esa hora no era conveniente interrogar a la gente, pues eran ya las nueve de la noche, y además el lugar era muy concurrido, lo dejó pasar. Al encontrar al hombre que había perdido su dinero y enterarse de lo que vestía y la maleta que llevaba con dos caracteres de “Beijing”, se percató que era precisamente el que había visto en la estación ferroviaria.

La abuela Gao regresó de nuevo a la estación junto con otros compañeros de patrulla y empezó a entablar conversación con el sujeto sospechado para distraerlo, mientras hacía señas, para que otros informaran rápidamente a la policía. En este instante, el ladrón se dio cuenta de que fue descubierto, entonces intentó huir. La abuela Gao enseguida fue tras él, lo alcanzó, y por desgracia, rodó junto con ese tipo por la escalera. Posteriormente, con la ayuda de las personas que los rodeaban, apresó al  ladrón, y de este incidente  la abuela Gao salió con una pierna lastimada.

Una madrugada, cuando todos los compañeros patrulleros regresaban a casa, la abuela Gao se sentía intranquila y caminaba hacia la estación de autobús. Al ver a un sospechoso acostado en una silla con una bolsa negra que le servía de almohada, Gao se adelantó preguntándole a dónde iba y si podría mostrarla su tarjeta de identificación. La persona se mostró tan nerviosa que no sabía qué hacer. Esto fortaleció la confianza de la visión perspicaz de la abuela Gao y enseguida le ordenó que abriera su bolsa, llevándose con ello una gran sorpresa, en la bolsa estaban contenidos una serie de instrumentos para fines delictivos: alicates, martillos, destornilladores y demás instrumentos del bajo mundo. Después de tan inusual descubrimiento, la abuela Gao lo llevaba a la oficina local de policía, pero a la mitad del camino el hombre se giró y dando un puñetazo a la anciana se escapó. El dolor que le causó fue tan grave que ella no pudo perseguirlo, y tirada en el piso no le quedó más que agazaparse.

Después de un mes la abuela Gao se encontró por casualidad nuevamente con el tipo. Ella observó que portaba la misma bolsa negra que la vez anterior, así que lo arrestó y lo llevó a la policía. Gracias a la inspección realizada por la oficina local de policía, se descubrió que se trataba de un ladrón recurrente y que ya había cometido decenas de delitos.

No es miembro de la policía, ni tampoco una persona que desempeñe oficialmente el cargo de seguridad social, sin embargo, en estas circunstancias, la abuela Gao no tiene miedo alguno ni se preocupe por su propia seguridad. Ella se enfrenta diariamente, con valentía a las adversidades.

Pero, ¿en qué momento se originó la pasión de la abuela Gao por atrapar delincuentes? Una desgracia fue su lección, y desde entonces nada puede impedir su pasión por salvaguardar a la ciudadanía. Todo empezó a principios de la década de 1980, cuando una mujer cuya casa había sido robada lloraba amargamente, mientras se dirigía a la oficina vecinal para que la ayudaran. En aquel entonces la abuela Gao era directora del comité vecinal, y al ver esta escena sintió un fuerte remordimiento al notar que bajo su administración había personas que sufrían de alguna pérdida, todo por que ella no había cumplido bien con su deber. Pensaba que si bien había sido elegida por los habitantes del barrio, debía asumir la responsabilidad para ofrecerles un buen servicio y no permitir en el futuro que sucedieran casos  semejantes. Así, se originó la idea de organizar un equipo de patrulla para proteger la seguridad del barrio.

En aquel entonces, el equipo de patrulla estaba compuesto por más de 30 personas voluntarias, quienes trabajaban por turnos cada noche. Ella era la jefa, durante el día trabajaba en el comité vecinal, y de noche, junto con algunos compañeros efectuaban recorridos por las calles hasta avanzadas horas. En aquella época, su marido trabajaba en otra provincia y sus dos hijos eran aún pequeños. A veces no tenía más remedio que dejarlos encerrados en la casa. Cierta noche llovía a cándalo, no entendía por qué se sentía intranquila, así que decidió salir a hacer una inspección, pero su hija menor insistió mucho en acompañarla, así las dos salieron a la calle. Cuando llegaron a la estación de autobús las dos mujeres se encontraron con una persona que llevaba un equipaje muy sospechoso. Gao apenas empezaba a interrogarlo, cuando el tipo ya se había puesto muy nervioso. Su hija corrió en seguida a la policía cercana para pedir ayuda, mientras ella lo vigilaba para no perderlo de vista. Después de una investigación, efectivamente, se confirmó que se trataba de un criminal. Tras varios años de labor, la abuela Gao ya ha acumulado muchas experiencias. Es por eso que difícilmente se equivoca. “Por el estilo de conversación, la expresión en los ojos, la forma de vestir y el equipaje, se nota de que tipo de persona se trata”, comenta la anciana. Gracias a sus méritos, se ha hecho famosa entre sus compañeros. Sin embargo, su rectitud ha despertado el rencor de muchos de los delincuentes a quienes apresa. Cierta vez, un criminal, tras haber cumplido su condena llegó a la casa de Gao amenazándola con tirarla al pozo. A éste Gao no mostró ni siquiera un gesto de miedo, pues confiaba en el lema que dice “el bien siempre triunfa sobre el mal”.

En 1984 la abuela Gao cumplió 56 años, justo la edad para jubilarse y disfrutar con calma de una vida tranquila. En verdad estaba cansada de preocuparse por la seguridad, los bienes e inclusive la propia vida de la gente, por más de diez años, incluso a veces, sólo llegó a dormir tres horas al día. Sin embargo, después de la visita de algunos dirigentes de la oficina local de policía, con la intención de invitarla a colaborar con ellos en los trabajos de seguridad pública, ella no vaciló y les respondió, “aunque dejé mi puesto, en realidad no siento que esté jubilada. Si la sociedad me necesita, seguiré con mucho gusto trabajando como antes.” De esta forma organizó su horario de patrulla: durante el día se quedaría en casa hasta las siete, y de las ocho de la noche hasta las tres de la madrugada trabajaría en la calle. De este modo es como la anciana Gao ha desempeñado el papel de policía hasta los 74 años de edad. Lo más sorprendente es que no recibe ni un centavo de subsidio por parte del Estado, incluso las baterías de la linterna que utilizaba son compradas por ella misma de su propio bolsillo.

Actualmente, debido a su edad, ya no es prudente que siga patrullando en la calle, no obstante, la anciana Gao no deja de vigilar desde la sala de estar o balcón de su casa. Si se encuentra algo extraño, baja inmediatamente del edificio. Una vez a las doce de la noche, al oír un grito de socorro, se puso los zapatos y acudió rápidamente al lugar del suceso. Había dos personas, padre e hijo, eran azotados por malhechores, en el camino a la estación ferroviaria para recibir a sus parientes. Al ver la presencia de la anciana huyeron rápidamente. Este hecho conmovió mucho a los dos rescatados, quienes quedaron muy agradecidos por la bondad de la anciana.

En China hay muchísimos voluntarios como la anciana Gao, ella solamente es una de miles.

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