OCTUBRE
2004


Orígenes chinos del calendario azteca (X)

Por SONG BAOZHONG y WANG DAYOU

Song Baozhong, conocido también como Yaosong, es profesor asociado del semanario de Beijing Informa, mientras que Wang Daoyou, apodado Shaohua, es redactor de la Casa Editorial Huaxia.

EN los mitos y leyendas de nuestro país se decía que había nueve cielos o estratos del cielo. Qu Yuan, célebre poeta del Reino de Chu, del Período de los Reinos Combatientes (475221 a.n.e.), escribió en su libro Pregunta al cielo: “El cielo posee nueve estratos, ¿quién lo exploró y midió?”. En la dinastía Tang (618907), el notable poeta Li Bai en su Contemplación de la catarata de Lushan escribió: “Una corriente volada se ve caer desde una altura de 3.000 chi (1.500 metros), parece ser un río de plata del noveno cielo.” Los indígenas de muchas localidades de América sostenían que existían nueve o trece cielos, cada uno de los cuales tenía un nombre especial. En el libro Quetzalcóatl, el profesor José López Portillo, al igual que otros escritores, afirma que “no todas las tradiciones mesoamericanas hablan de trece cielos; existen otras (al parecer más antiguas), que solamente mencionan nueve. Pero la versión que más destaca, por su  importancia y frecuencia, es la primera”. Esta versión no viene sola sino en parejas. En el templo de Famen, distrito de Fufeng, provincia de Shaanxi se halla una pagoda de 13 estratos, símbolo del cielo (lámina XXXII). Muchos chinos, de edad avanzada, saben que arriba había nueve cielos y abajo nueve ó 18 estratos del infierno. Según la creencia de la América antigua, los seres humanos al morir, pasan al infra-mundo. Este está orientado hacia el norte y tiene nueve estratos o nueve vados, cada cual posee su propio nombre. Debemos entender que la cifra nueve y la 18 están relacionados porque dos por nueve es igual a 18.

Por otro lado, los chinos, como los indígenas americanos, sostenían que las cifras nueve y 13 son singulares, y representan los números sagrados y de mayor importancia. Por el contrario, los occidentales los consideraban de infortunio.

Lámina XXXII a. Templo de Famen, distrito de Fufeng, provincia de Shaanxi b. Templo de Tical, Guatemana, foto de Zhang Guangsen 

     5. Sol y luna El ser humano está en la tierra viendo el sol en el día y la luna en la noche,  juntos como íntimos amigos: el ser humano por una parte y el sol y la luna por la otra, son reacios a separarse el uno del otro. En algunos lugares públicos de América Latina, los símbolos para los sanitarios de hombres y mujeres están representados por un Sol o una Luna, respectivamente, en vez de un caballero con un sombrero de copa alta y bigote o una mujer con falda. Según la leyenda azteca, la serpiente emplumada es la combinación del Sol y la Tierra: la pluma o pájaro representa al Sol, y la serpiente, a la Tierra. En la unión sexual del pájaro y la serpiente, la Tierra queda embarazada. De allí nacen los hombres. En China, de acuerdo con el Guangya, libro escrito por Zhang Yi en el período de los Tres Reinos (220—265), el “dragón con alas se llama yinglong (dragón alado)”. Según el mito indígena, en Teotihuacan  Nanahuatzin saltó con gran valor en la hoguera, y Tecuciztecatl avergonzado por su cobardía se arrojó en seguida. Luego de una espera angustiosa salió el Sol y fue seguido de inmediato por la Luna que brillaba de tal manera, que las deidades indignadas por su osadía le golpearon en la cara con un conejo, por lo tanto, desde entonces se encuentra una huella del conejo en la Luna. La Luna en América antigua representaba a la mujer y su figura era en general la de un conejo, manta de conejo, matriz, mujer, etcétera. Según la leyenda china (lámina XXV), Houyi, buen tirador de arco, disparó con fuertes flechas y derribó nueve soles de entre diez, con el fin de salvar a los seres humanos de una insolación. Sin embargo, su esposa Chang E tomó en forma furtiva el elíxir de la larga vida, premio concedido por la deidad Wangmu, y se fue volando al palacio lunar. Por lo tanto la Luna en China representa a la mujer y su figura es en general un conejo, un sapo, el laurel, etcétera. (lámina XXXIII).

 

Lámina  XXXIII a. Una mujer transfiriendo el alimento que come al conejo embrión en la luna con forma de útero.b. Motivo del revés de un espejo de bronce de la dinastía Tang

Lamina XXXIV Perro celeste de China y de México               

     6 Fiesta de la Primavera y del Año Nuevo La Fiesta de la Primavera era una de las más grandes, bulliciosas y majestuosas de las fiestas chinas, debido a que a finales del año debían despedir a la deidad, despedir lo viejo y acoger lo nuevo. De esta misma forma, los mayas y los aztecas, también la celebraban. Según la leyenda de nuestro país un tipo de monstruo muy feroz llamado Nian salía en la Fiesta de la Primavera perjudicando, tanto a la gente, como al ganado y a la buena tierra labrada, por esta razón en la víspera del Año Nuevo era necesario extinguir el fuego y apagar la luz refugiándose de las calamidades. Más tarde la gente quemaba bambú y disparaba petardos con la intención de expulsar a los demonios. De esta forma al inicio y final del Año Nuevo se tiran cohetes, se hace limpieza y se viste ropas nuevas para despedir y acoger a la deidad, con el fin de obtener buena salud, tanto para los hombres como para el ganado, así como para lograr una rica cosecha agrícola. En la antigüedad, a finales del Año Nuevo, cada familia en América Central arrojaba a los dioses encontrados en casa a la laguna, limpiaba sus hogares y apagaba todas las lumbres, pues los tzitzimime, figuras terribles, vendrían a comerse a los hombres y a las mujeres. Sólo en el momento en que una de las estrellas de la constelación de las pléyades pasaba por el Cenit mostrando que el peligro de la posibilidad de que el mundo fuera destruido ya había pasado, se prendía de nuevo el fuego y resonaban atronadores vítores en la Tierra. Para dar la bienvenida al Nuevo Año la gente se vestía con sus mejores ropas, acogían a las deidades, e imploraban por una rica cosecha para el próximo año. En China se tiene el hábito de escribir dísticos en la Fiesta de la Primavera. He aquí un ejemplo común que se suele decir en Beijing: “expulsar al perro celeste para que se vaya, guiar a nuestra posteridad para que llegue”. Hasta hoy existe un fenómeno que no se ha podido explicar, luego de muchas reflexiones: ¿Por qué China y América Latina, dos lugares tan lejanos, sostenían que el tocar tambores y gongs servía para expulsar al perro celeste que trataba de comerse al Sol (lámina XXXIV) pese a que es realmente un fenómeno natural de eclipse del Sol?                        

      En resumidas palabras, lo descrito anteriormente demuestra que tanto el método de medición cronológica: nombres, año, mes y día; cifras del cielo y la tierra; el ave representando al Sol y el conejo o la mujer a la Luna; los nombres de niños recién alumbrados; el perro celeste y las  costumbres del Año Nuevo (echar lo viejo y acoger lo nuevo); la astronomía antigua, así como el calendario indígena, se pueden encontrar profundas y pesadas sombras de la antigua cultura China.

El LIBRO DE LOS CAMBIOS Y EL CALENDARIO AZTECA

La explicación sobre el universo según el: wuji, taiji, hetu, luoshu y los ocho trigramas es una de las más espléndidas contribuciones del pueblo chino a la humanidad. Cuenta con una historia de por lo meno 8.000 años, que puede mostrarse a través de reliquias culturales, al igual que ha proporcionado formas y detalles de un modelo del universo en general. Algunos filósofos de nuestro país plantearon una cosmogonía con el taiji como núcleo. Del wuji sale el taiji; el movimiento del taiji produce el yang, lo masculino; del extremo del movimiento sale la quietud; la quietud produce el ying, lo femenino. Del extremo de la quietud sale el removimiento, el movimiento y la quietud constituyen raíces recíprocas. La definición del yin y yang constituyen el liangyi (dos formas elementales). El Libro de los cambios dice: “El cambio se caracteriza por el taiji, y éste produce el liangyi (dos formas elementales o el yin y el yang); el liangyi da origen al sixiang (cuatro símbolos emblemáticos: metal, madera, agua y fuego; o la preponderancia del yang, la preponderancia del yin, la deficiencia del yang y la deficiencia del yin) y el sixiang produce los ocho trigramas.” La medicina tradicional de nuestro país afirma que el yin y el yang son las leyes del cielo y la tierra, la gran orientación de cualquier asunto u objeto, los padres del cambio, la fuente y el comienzo de la vida y la muerte, así como la sede del shenming (estado espiritual) y la raíz del tratamiento de las enfermedades. A través de la doctrina del yin y el yang: la oposición, la dependencia, el crecimiento y la mengua, así como la transferencia y la transformación recíproca del yin y yang se explica la fisiología y patología del cuerpo humano. Para diferenciar las características de las enfermedades y sus síntomas, así como mejorar el tratamiento, una subdivisión ulterior permite determinar los ocho principios siguientes agrupados en cuatros pares antitéticos: el yin y el yang, el exterior y el interior, el exceso y la deficiencia, y el frío y el calor.

     En América antigua ¿existía o no la doctrina del yin y del yang? ¿Había un esquema del taiji o no? Mientras estudiaba en la Escuela Nacional de Antropología e Historia de México, el autor del artículo vio un aviso de un ciclo de conferencia sobre la medicina americana donde se reproducía uno de los diversos símbolos con que se representa el taiji (lámina XXXV).

Lámina XXXV Un aviso de la ENAH

¿Desde cuándo utiliza la medicina tradicional india la representación del taiji como símbolo? y ¿por qué lo utiliza? Estas dos preguntas pueden responderse diciendo que se ignora desde cuándo la medicina tradicional americana emplea la representación del taiji como símbolo, pero que se ha constatado que la doctrina del taiji expone con claridad y detalle la teoría de la medicina tradicional indígena. La utilización del símbolo del taiji explica en forma obvia los fundamentos teóricos de la medicina tradicional americana. Pues, la teoría orienta la práctica, y los trabajadores de la medicina tradicional americana no pudieron haber llegado de forma irreflexiva a una conclusión. Esto nos alienta, aún más, a seguir nuestra investigación. No mucho tiempo después nos encontramos algunos dibujos de taiji de la América antigua, en Santa Rosa, ciudad de Copán,  Azteca y Maya (láminas XXXVI y XXXVII).

Lámina XXXVItr 1. —4. algunos motivos de taiji desenterrados en las ruinas cercanas a Santa Rosa, ciudad de Copán; tr5. —8. los de taji Maya;tr 9.Taiji Azteca tr10.Taiji de Copántr 11.—15. motivos de taiji de la cultura de Qujialing, provincia de Hubei (hace 6000—5000 años);tr 16. taiji y ocho trigramas de Fuxi tr17. Taiji del templo de Yanqingguan, Kaifeng, provincia de Henan

Lámina XXXVII  Algunos motivos de taiji de China

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