Orígenes
chinos del calendario azteca (X)
Por SONG BAOZHONG y WANG DAYOU
Song Baozhong, conocido también como Yaosong,
es profesor asociado del semanario de Beijing Informa, mientras
que Wang Daoyou, apodado Shaohua, es redactor de la Casa
Editorial Huaxia.
EN los mitos y leyendas de nuestro país
se decía que había nueve cielos o estratos del cielo. Qu
Yuan, célebre poeta del Reino de Chu, del Período de los
Reinos Combatientes (475-221
a.n.e.), escribió en su libro Pregunta al cielo:
“El cielo posee nueve estratos, ¿quién lo exploró y midió?”.
En la dinastía Tang (618-907), el notable poeta Li Bai en su Contemplación de la catarata
de Lushan escribió: “Una corriente volada se ve caer
desde una altura de 3.000 chi (1.500 metros), parece ser
un río de plata del noveno cielo.” Los indígenas de muchas
localidades de América sostenían que existían nueve o trece
cielos, cada uno de los cuales tenía un nombre especial.
En el libro Quetzalcóatl, el profesor José López
Portillo, al igual que otros
escritores, afirma que “no todas las tradiciones mesoamericanas
hablan de trece cielos; existen otras (al parecer más antiguas),
que solamente mencionan nueve. Pero la versión que más destaca,
por su importancia y frecuencia, es la primera”. Esta versión
no viene sola sino en parejas. En el templo de Famen, distrito
de Fufeng, provincia de Shaanxi se halla una pagoda de 13
estratos, símbolo del cielo (lámina XXXII). Muchos chinos,
de edad avanzada, saben que arriba había nueve cielos y
abajo nueve ó 18 estratos del infierno. Según la creencia
de la América antigua, los seres humanos al morir, pasan
al infra-mundo. Este está orientado hacia el norte y tiene
nueve estratos o nueve vados, cada cual posee su propio
nombre. Debemos entender que la cifra nueve y la 18 están
relacionados porque dos por nueve es igual a 18.
Por otro lado, los chinos, como los indígenas americanos,
sostenían que las cifras nueve y 13 son singulares, y representan
los números sagrados y de mayor importancia. Por el contrario,
los occidentales los consideraban de infortunio.
Lámina XXXII
a. Templo de Famen, distrito de Fufeng, provincia
de Shaanxi b.
Templo de Tical, Guatemana, foto de Zhang Guangsen
5. Sol y luna El
ser humano está en la tierra viendo el sol en el día y
la luna en la noche, juntos como íntimos amigos: el ser
humano por una parte y el sol y la luna por la otra, son
reacios a separarse el uno del otro. En algunos lugares
públicos de América Latina, los símbolos para los sanitarios
de hombres y mujeres están representados por un Sol o
una Luna, respectivamente, en vez de un caballero con
un sombrero de copa alta y bigote o una mujer con falda.
Según la leyenda azteca, la serpiente emplumada es la
combinación del Sol y la Tierra: la pluma o pájaro representa
al Sol, y la serpiente, a la Tierra. En la unión sexual
del pájaro y la serpiente, la Tierra queda embarazada.
De allí nacen los hombres. En China, de acuerdo con el
Guangya, libro escrito por Zhang Yi en el período
de los Tres Reinos (220—265), el “dragón con alas se llama
yinglong (dragón alado)”. Según el mito indígena,
en Teotihuacan Nanahuatzin saltó con gran valor
en la hoguera, y Tecuciztecatl avergonzado por
su cobardía se arrojó en seguida. Luego de una espera
angustiosa salió el Sol y fue seguido de inmediato por
la Luna que brillaba de tal manera, que las deidades indignadas
por su osadía le golpearon en la cara con un conejo, por
lo tanto, desde entonces se encuentra una huella del conejo en la Luna. La
Luna en América antigua representaba a la mujer y su figura
era en general la de un conejo, manta de conejo, matriz,
mujer, etcétera. Según la leyenda china (lámina XXV),
Houyi, buen tirador de arco, disparó con fuertes flechas
y derribó nueve soles de entre diez, con el fin de salvar
a los seres humanos de una insolación. Sin embargo, su
esposa Chang E tomó en forma furtiva el elíxir de la larga
vida, premio concedido por la deidad Wangmu, y se fue
volando al palacio lunar. Por lo tanto la Luna en China
representa a la mujer y su figura es en general un conejo,
un sapo, el laurel, etcétera. (lámina XXXIII).

Lámina XXXIII
a. Una mujer transfiriendo el alimento que come
al conejo embrión en la luna con forma de útero.b.
Motivo del revés de un espejo de bronce de la dinastía
Tang
Lamina
XXXIV Perro celeste de China y de México
6 Fiesta de la Primavera
y del Año Nuevo La Fiesta de la Primavera era una
de las más grandes, bulliciosas y majestuosas de las fiestas
chinas, debido a que a finales del año debían despedir
a la deidad, despedir lo viejo y acoger lo nuevo. De esta
misma forma, los mayas y los aztecas, también la celebraban.
Según la leyenda de nuestro país un tipo de monstruo muy
feroz llamado Nian salía en la Fiesta de la Primavera
perjudicando, tanto a la gente, como al ganado y a la
buena tierra labrada, por esta razón en la víspera del
Año Nuevo era necesario extinguir el fuego y apagar la
luz refugiándose de las calamidades. Más tarde la gente
quemaba bambú y disparaba petardos con la intención de
expulsar a los demonios. De esta forma al inicio y final
del Año Nuevo se tiran cohetes, se hace limpieza y se
viste ropas nuevas para despedir y acoger a la deidad,
con el fin de obtener buena salud, tanto para los hombres
como para el ganado, así como para lograr una rica cosecha
agrícola. En la antigüedad, a finales del Año Nuevo, cada
familia en América Central arrojaba a los dioses encontrados en casa a la laguna, limpiaba
sus hogares y apagaba todas las lumbres, pues los tzitzimime,
figuras terribles, vendrían a comerse a los hombres
y a las mujeres. Sólo en el momento en que una de las
estrellas de la constelación de las pléyades pasaba por
el Cenit mostrando que el peligro de la posibilidad
de que el mundo fuera destruido ya había pasado, se prendía
de nuevo el fuego y resonaban atronadores vítores en la
Tierra. Para dar la bienvenida al Nuevo Año la gente se
vestía con sus mejores ropas, acogían a las deidades,
e imploraban por una rica cosecha para el próximo año.
En China se tiene el hábito de escribir dísticos en la
Fiesta de la Primavera. He aquí un ejemplo común que se
suele decir en Beijing: “expulsar al perro celeste para
que se vaya, guiar a nuestra posteridad para que llegue”.
Hasta hoy existe un fenómeno que no se ha podido explicar,
luego de muchas reflexiones: ¿Por qué China y América
Latina, dos lugares tan lejanos, sostenían que el tocar
tambores y gongs servía para expulsar al perro
celeste que trataba de comerse al Sol (lámina XXXIV) pese
a que es realmente un fenómeno natural de eclipse del
Sol?
En resumidas palabras,
lo descrito anteriormente demuestra que tanto el método
de medición cronológica: nombres, año, mes y día; cifras
del cielo y la tierra; el ave representando al Sol y el
conejo o la mujer a la Luna; los nombres de niños recién
alumbrados; el perro celeste y las costumbres del Año
Nuevo (echar lo viejo y acoger lo nuevo); la astronomía
antigua, así como el calendario indígena, se pueden encontrar
profundas y pesadas sombras de la antigua cultura China.
El
LIBRO DE LOS CAMBIOS Y EL CALENDARIO AZTECA
La explicación sobre el universo según
el: wuji, taiji, hetu, luoshu
y los ocho trigramas es una de las más espléndidas contribuciones
del pueblo chino a la humanidad. Cuenta con una historia
de por lo meno 8.000 años, que puede mostrarse a través
de reliquias culturales, al igual que ha proporcionado
formas y detalles de un modelo del universo en general.
Algunos filósofos de nuestro país plantearon una cosmogonía
con el taiji como núcleo. Del wuji sale
el taiji; el movimiento del taiji produce
el yang, lo masculino; del extremo del movimiento
sale la quietud; la quietud produce el ying, lo
femenino. Del extremo de la quietud sale el removimiento,
el movimiento y la quietud constituyen raíces recíprocas.
La definición del yin y yang constituyen
el liangyi (dos formas elementales). El Libro
de los cambios dice: “El cambio se caracteriza por
el taiji, y éste produce el liangyi (dos
formas elementales o el yin y el yang);
el liangyi da origen al sixiang (cuatro
símbolos emblemáticos: metal, madera, agua y fuego; o
la preponderancia del yang, la preponderancia del
yin, la deficiencia del yang y la deficiencia
del yin) y el sixiang produce los ocho trigramas.”
La medicina tradicional de nuestro país afirma que el
yin y el yang son las leyes del cielo y
la tierra, la gran orientación de cualquier asunto u objeto,
los padres del cambio, la fuente y el comienzo de la vida
y la muerte, así como la sede del shenming (estado
espiritual) y la raíz del tratamiento de las enfermedades.
A través de la doctrina del yin y el yang:
la oposición, la dependencia, el crecimiento y la mengua,
así como la transferencia y la transformación recíproca
del yin y yang se explica la fisiología
y patología del cuerpo humano. Para diferenciar las características
de las enfermedades y sus síntomas, así como mejorar el
tratamiento, una subdivisión ulterior permite determinar
los ocho principios siguientes agrupados en cuatros pares
antitéticos: el yin y el yang, el exterior
y el interior, el exceso y la deficiencia, y el frío y
el calor.
En América antigua ¿existía o no la doctrina del
yin y del yang? ¿Había un esquema del taiji o no?
Mientras estudiaba en la Escuela Nacional de Antropología
e Historia de México, el autor del artículo vio un aviso
de un ciclo de conferencia sobre la medicina americana
donde se reproducía uno de los diversos símbolos con que
se representa el taiji (lámina XXXV).

Lámina XXXV Un aviso de la ENAH
¿Desde cuándo
utiliza la medicina tradicional india la representación
del taiji como símbolo? y ¿por qué lo utiliza?
Estas dos preguntas pueden responderse diciendo que se
ignora desde cuándo la medicina tradicional americana
emplea la representación del taiji como símbolo, pero
que se ha constatado que la doctrina del taiji
expone con claridad y detalle la teoría de la medicina
tradicional indígena. La utilización del símbolo del taiji
explica en forma obvia los fundamentos teóricos de la
medicina tradicional americana. Pues, la teoría orienta
la práctica, y los trabajadores de la medicina tradicional
americana no pudieron haber llegado de forma irreflexiva
a una conclusión. Esto nos alienta, aún más, a seguir
nuestra investigación. No mucho tiempo después nos encontramos
algunos dibujos de taiji de la América antigua,
en Santa Rosa, ciudad de Copán, Azteca y Maya (láminas
XXXVI y XXXVII).

Lámina XXXVItr
1. —4.
algunos motivos de taiji desenterrados en las ruinas
cercanas a Santa Rosa, ciudad de Copán; tr5.
—8. los de taji Maya;tr
9.Taiji Azteca tr10.Taiji
de Copántr
11.—15. motivos
de taiji de la cultura de Qujialing, provincia
de Hubei (hace 6000—5000 años);tr
16. taiji y ocho trigramas
de Fuxi tr17.
Taiji del templo de Yanqingguan, Kaifeng, provincia
de Henan

Lámina
XXXVII Algunos motivos de taiji de China
|