OCTUBRE
2004


Zhu Yuming:

Una madrina china para el

wushu cubano

Por GUO LINGXIA e ISIDRO ESTRADA



ZHU Yuming ríe ante una broma y Beijing en pleno parece reír con ella. Contagiosa y espontánea, su risa de deportista empedernida es bálsamo ideal para esta bochornosa tarde de julio. En su acogedor apartamento de la Universidad de Educación Física de la capital china, la profesora Zhu olvida que la ciudad capitula ante una confabulación de termómetros disparados por la canícula. Fresca como té de crisantemo, mantiene que la  alegría de vivir, y  43 de sus 50 años de vida dedicados al Wushu – antiquísima forma de arte marcial chino -, siguen siendo su mejor parapeto contra las embestidas de la existencia.

Todavía abanicada por los efluvios de su alacridad, nos confiesa: “Me conmovió el amor de los cubanos por el Wushu.”

Acaba de regresar de Cuba, adonde viajó invitada por el Grupo Promotor del Barrio Chino de La Habana, el Instituto de Deportes (INDER) y la Asociación Cubana de Wushu. Allí recorrió provincias, donde los adeptos a las artes marciales chinas se reproducen como verdolaga. Ofreció clases magistrales, impartió seminarios, recibió homenajes- incluida una medalla al mérito deportivo del INDER -, y multiplicó amigos y seguidores. También confirmó viejos afectos. Entre estos últimos, Roberto Vargas Lee, quien de 1994 al 95  fuera su alumno en Pekín, junto a Raúl López, es la figura más visible del ya pujante movimiento cubano de Wushu.

A Vargas Lee corresponde un lugar protagónico en la aún en ciernes escuela cubana de esa disciplina ancestral, pero como su preceptora, Zhu merece el título de progenitora indirecta, hoy devenida madrina en la distancia.

“En 10 de las 14 provincias cubanas, añade, se practica Wushu. Para mí resultó impresionante ver a los cubanos viajar desde sitios lejanos hasta La Habana sólo para verme, y aprender algo de mí. Es digno de elogiar y apoyar que en la isla las actividades de artes marciales chinas no tengan fines lucrativos. Los cerca de 3.000 cubanos que se dedican a ellas, lo hacen por puro amor al deporte.”

Tan marcada ha quedado Zhu Yuming por su estancia cubana, que no bien puso los pies en Beijing, lanzó al ruedo un ambicioso proyecto: ubicar en la isla un centro de referencia latinoamericano sobre Wushu, con el fin de nuclear todas las asociaciones regionales pertenecientes a la Federación Internacional China (FICW) de esa especialidad.  Así lo ha planteado a la Comisión Estatal de Deportes de su país.

“Nunca imaginé, nos comenta, que el pueblo cubano amara tanto la cultura china. Como profesora de Wushu, me siento estimulada e impulsada por la responsabilidad de desarrollar esta manifestación. Creo que Cuba cuenta con las mejores condiciones en cuanto a participación popular, efecto que podría multiplicarse si se suman las asociaciones de Perú, Venezuela y México. Cuba está vetada de un mayor desarrollo porque la actual asociación latinoamericana tiene sede en EE.UU. y éste prohíbe la participación cubana. Ello significa una pérdida de oportunidades de intercambio cultural y técnico para la isla. Estoy segura que con el centro ubicado allí, el Wushu ganará un lugar definitivo en el concierto latinoamericano.”

A tenor de su propuesta, en dicho centro regional se impartirían seminarios de arbitraje y técnicas de competencias, entre otras acciones. Con tal fin, Zhu propugna un incremento del apoyo chino a Cuba, incluido el envío de más profesores y expertos.

De vuelta en China, ¿cómo percibe las perspectivas concretas de que su proyecto se haga realidad?

- Admito que de inmediato no pasa de ser una idea, pero ya está en manos de los directores de la FICW. Su implementación requiere de decisiones superiores. Aún queda mucho que hacer para que el Wushu chino sea parte de los juegos olímpicos. He cumplido con mi responsabilidad de proponerlo. Su puesta en práctica depende de muchos factores, como son el reconocimiento de la Comisión Estatal de Deportes y el apoyo del gobierno, entre otros sectores.

¿Qué sabía de Cuba antes de conocer a Roberto y Raúl?

- Cuando era niña, oía con frecuencia la canción china Hermosa Habana (Meilide Havana). Con los años supe que era un sitio de playas y paisajes bonitos. Luego vino la  impresión de que era un país pujante en el deporte. Cuando ya era profesora vi en la televisión los partidos de voleibol entre los equipos femeninos de los dos países en el campeonato mundial.

¿Y cómo la ve después de entrenar a sus alumnos cubanos?

- Los cubanos son amistosos, hospitalarios, corteses, y aman a China. Estudian con mucho afán, y viven sencillamente por las dificultades económicas. Roberto me decía que quería estudiar mucho y muy bien Wushu para poder llevarlo a su país. Ya lo logró. Estoy orgullosa de tener estudiantes como él. En 2001, el equipo de la asociación cubana participó en el campeonato mundial de Wushu. El año pasado, ganó el cuarto y quinto puestos en lid  colectiva del campeonato mundial de Macao. También se alzaron  con medallas en Taijiquan de 24 y 42 movimientos en la justa mundial de Wushu en Sanya, isla de Hainan.  Los éxitos del desarrollo de este deporte en Cuba en los últimos nueve años han sido sobresalientes. Por sus enormes aportes en este sentido, el presidente Castro otorgó una medalla de reconocimiento a Roberto, quien también debe mucho al apoyo de su esposa y suegro chinos en la difusión del Wushu en Cuba.

De acuerdo con  una extendida creencia popular, los latinoamericanos, incluidos los cubanos, suelen ser indisciplinados y hasta perezosos, comparados con los asiáticos. Por otro lado, el propio Vargas Lee afirma que sus alumnos de ascendencia china son los que obtienen mejores resultados en el Wushu. ¿Comparte usted esas definiciones?

-  No creo. Los cubanos son muy buenos. Practican asiduamente los movimientos.  Para eso se exige un espíritu emprendedor, y firmeza de espíritu ante las penalidades. Su desventaja estriba en que suelen comenzar ya mayores. Por eso, lo más difícil es lograr la flexibilidad corporal. Aquí los niños empiezan a aprender Wushu desde muy pequeños. Pero los cubanos también tienen sus ventajas. Por ejemplo, casi todos son de sangre mixta, con herencia de Asia, Europa, África y América. Tienen muy buenos y flexibles los músculos y son muy sensibles a la música, que los hace contonearse al instante de escucharla, lo cual es muy positivo para entender el significado del Wushu. Siempre caminan con la cabeza y el pecho erguidos, y la columna recta, como muestra de la confianza en sí mismos. Lo mismo se exige en el Wushu.

También tienen muy buenas articulaciones en el tobillo, lo que les permite agacharse con facilidad. Creo que con adecuado entrenamiento, los deportistas cubanos tendrán un futuro brillante.

En cuanto a la superioridad de los de sangre china, no es una regla absoluta. Todos pueden aprender bien si se aplican. En Santiago de Cuba encontré alumnos con muy buenas condiciones. Pero viven muy lejos. Es una lástima.

¿Con qué otros latinoamericanos ha trabajado?

- He tenido, por poner dos ejemplos, estudiantes peruanos y venezolanos, aunque lo cierto es que mis alumnos están esparcidos por toda América Latina. Hace poco, o sea, antes de decidir viajar a Cuba, estaba dispuesta a laborar en Venezuela, y ya tenía visa. Pero el proyecto no pasó de tal por la situación política en ese país.  La posibilidad de trabajar con extranjeros, dentro y fuera de China desde los años 80, me ha permitido entender la diferencia entre las culturas oriental y occidental, y mantener buenas relaciones con estudiantes de diversas procedencias, e incluso asimilar con naturalidad los piropos de los cubanos.

Y en un plano más personal, ¿cómo conjuga su vida familiar con tantas horas diarias dedicadas al Wushu?

- Hoy mi trabajo principal es enseñar, aunque también hago demostraciones. Mis clases son más prácticas que teóricas. O sea, a la vez que cumplo con mi trabajo mantengo la salud y la flexibilidad. Por eso hago ejercicios diarios, aunque ya no tantos como antes. Me siento aún hábil y sana. Mi marido me apoya mucho. El trabaja en una institución gubernamental, pero es aficionado a los deportes. Me entiende y me ayuda. Me filma videos. Mi hijo, también profesor de Wushu, en el Instituto de Radio de Beijing, se graduó en mi universidad.

El marido de Zhu, que ha sido testigo de la entrevista, interviene para decir en chanza que el único mérito de su cónyuge reside en escoger las mejores poses para cada foto. Zhu estalla en una carcajada estentórea que le desborda de brillo los ojos, le resta al menos 20 años y le estremece la piel, que a fuerza de lozana y conservada, semeja un pétalo de loto. Hasta los trofeos y fotos de su sala, y la casa toda, parecen vibrar al conjuro de su jocundidad, haciéndonos olvidar la ola de calor que hoy devora a Pekín. Nadie diría que estamos en julio. Los termómetros deben estar todos locos.

Currículum de Zhu Yuming

Profesora de la Universidad de Educación Física de Beijing (UEFB), nació en Qindao, provincia de Shandong. Practica Wushu desde los siete años. Se incorpora al equipo de Wushu de Shangdong en 1970. De 1974 al 78 obtiene los primeros lugares en campeonatos nacionales en las especialidades de lanza reglamentaria, puño Chang-quan, espada y doble espada con mota larga. En 1976 es designada profesora del ISCFP. En 2000, entrena al equipo de Wushu de Viet Nam, que logra entonces los mejores resultados de su historia.

Ha redactado capítulos de la Enciclopedia del Wushu, así como materiales didácticos para las escuelas de Wushu de China y del Templo Shaolin. Dispone de amplia experiencia en asesorías técnicas en su país y el extranjero, además de promover la práctica de Wushu y Taiji-quan en todos los medios masivos, por lo cual ha recibido diversos premios, y actuar como árbitro en competencias mundiales.

Los intercambios y clases magistrales la han llevado a Francia, Inglaterra, Portugal, Japón, Vietnam, Taiwán, Corea y Cuba. Su nombre ha sido incluido en el Gran Diccionario de Personalidades del Wushu de China.

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