ENERO 2004


Polémica sobre la revaluación del RMB

Por QIU JIANGHONG

 

medida que China consolida su posición económica ante la Comunidad Internacional, crece la aprensión entre ciertos círculos del exterior por la posibilidad de que los países que realizan cuantiosas importaciones desde China sufran perjuicios, a menos que se revalorice la moneda china, el RMB. Los sectores manufactureros de EE.UU., Europa y Japón achacan la deflación que aqueja a sus economías a la firmeza de las monedas asiáticas, cuyo valor se considera subestimado artificialmente, sobre todo en el caso del RMB.

Para apoyar esta teoría se citan algunos datos. Por ejemplo, que en la actualidad la balanza comercial beneficia a China con más de 10.000 millones de dólares estadounidenses al año, y que el país dispone de una reserva en divisas de 300.000 millones, dos pruebas convincentes – aducen – de la necesidad de efectuar la revaluación del RMB.

A los ojos de buena parte del mundo, China es una potencia comercial en despunte, habida cuenta de la buena acogida deparada a sus productos en los cuatro puntos cardinales, por su buena calidad y bajo precio. Para aumentar la competitividad de los productos propios, no pocos países cobraban aranceles más elevados a China, lo cual dejó de aplicarse después del ingreso de China a la OMC.

Con el fin de ampliar la exportación, algunos políticos de los países que compiten con China en la industria manufacturera desean cambiar la tasa de cambio de su moneda con el RMB, para lo cual presionan al Gobierno chino para que este revalúe el RMB, lo que daría por resultado una reducción en la competitividad del precio de los productos chinos y un aumento en la exportación de sus propios productos al mercado de China.

Sin embargo, la revaluación de RMB no ha ganado el apoyo de los economistas. Al contrario, en su mayoría se inclinan a mantener la estabilidad del tipo de cambio del RMB.

“Se ha politizado el tema,” afirma Robert A. Mundell, padre del euro, “en los diez años pasados, la paridad entre el dólar y el RMB se ha mantenido en 1:8,3. Algunos lo responsabilizan a una manipulación artificial del cambio. Pero este razonamiento parte de una base política, ajena a los argumentos de los economistas auténticos”.

Mundell cita el ejemplo de EE.UU. en la década de los años 90 del siglo pasado. Aunque EE.UU. tenía un gran desbalance comercial, no se devaluó el dólar estadounidense como hubiera correspondido. La cuenta comercial, no importa si la balanza es favorable o no, no tiene relación con el tipo de cambio de la moneda.

El aumento de la reserva de divisas tampoco es el elemento decisivo que lleva a la revaluación de la moneda. Porque si este aumento responde a la espontaneidad, mostrará que hay un equilibrio en la economía y por tanto no habrá ningún inconveniente en tener un tipo de cambio monetario alto. “En el caso de China, el aumento en la reserva de divisas no puede considerarse sin más resultado de una manipulación. El actual cambio del RMB responde a la regla de operación económica”, añade Mundell, para abundar: “El gran margen favorable en la balanza comercial y el aumento de la reserva de divisas no son pruebas convincentes para decidir la revaluación del RMB”.

Andrew Freris, economista principal del Banco de París para la Región de Asia y el Pacífico ha manifestado su desacuerdo con el postulado de que “China está exportando la deflación al mundo”. Al respecto argumenta que EE.UU., Japón y el Banco Central de Europa exageran la importancia de los bajos precios de los productos chinos y su peso en el comercio mundial. En realidad, el volumen de exportación de China sólo ocupa el 4,7 por ciento mundial, proporción que no es suficiente para afectar los precios en otros mercados del mundo.

“Muchos opinan que debido a las continuadas devaluaciones del dólar norteamericano, con el cual se vincula el RMB, China obtiene una injusta superioridad competitiva. China se ha convertido en el chivo expiatorio por los altibajos económicos del mundo,” opina Stephen Roach, economista principal de la firma Morgan Stanley. “Nada garantiza que los otros países tendrán mayores oportunidades de desarrollo si se revalúa el RMB. Desde mi punto de vista, eso no tiene mucho que ver con la moneda. La competitividad de China reside en el bajo costo de su mano de obra, las técnicas mejoradas, la buena infraestructura, los abundantes recursos humanos y el fervor y la perseverancia con que el país aplica la reforma. Otros países no cesan de acusar a China, lo que en realidad refleja el estado decepcionante de sus propias economías”.

La revaluación no es aconsejable
Mundell cree que el poderío económico y monetario del país son elementos considerables a la hora de decidir la revaluación o la devaluación de la moneda, pero los más importantes son el PIB y la situación del flujo monetario. En su opinión, hay tres condiciones previas imprescindibles para la revaluación del RMB: El libre cambio del RMB, el equilibrio de los ingresos y egresos internacionales de China y la estabilidad económica global. Sin embargo, en la actualidad, el RMB no se puede cambiar libremente y los ingresos y egresos internacionales de China tampoco están equilibrados. Debido a las prácticas nocivas que han acompañado sus préstamos bancarios, China no cuenta con condiciones para liberar la tasa de cambio en un corto plazo. Por lo tanto, explica Mundell, “Todavía no hay un ambiente maduro para la revaluación de RMB”.

“No es aconsejable revaluar el RMB”, añade Mundell, “porque reducirá la exportación de China, aminorará la demanda del mercado interior, bajará la rentabilidad, afectará la inversión foránea, aumentará el número de parados, incrementará los activos fallidos en los bancos y disminuirá al final el crecimiento económico, en un dos o tres por ciento. Tal decisión sería más dañina que el brote del Síndrome Respiratorio Agudo y Grave (SRAG).”

Aparte de ello, según Mundell, el valor del RMB bajaría de nuevo después de un período si se le aumenta artificialmente. Esta turbulencia no beneficiará el orden financiero y a largo plazo conducirá a la inflación y debilitará el valor de RMB. Así lo demostró la debacle financiera de México en 1995.

Señaló que en la historia monetaria no se conoce un ejemplo exitoso de revaluación de una moneda sin que previamente cuente con libre cambio, aunque para ello se acuda a la intervención política gubernamental siguiendo las sugerencias de alguna institución internacional. En 1985, EE.UU. forzó la revaluación del Yen de Japón, lo cual se tradujo en daños de gran cuantía para la economía nipona, que aún hoy continúa sumida en el letargo. “El RMB no se puede revaluar ni devaluar tampoco. Si bien la política seguida para fijar la tasa de cambio con el dólar no es perfecta, es la mejor que se nos ha ocurrido para China en la actualidad”.

Mundell no está solo en su opinión. El ex presidente de la Reserva Federal de EE.UU., Paul Volcker, también mantiene una severa advertencia. “La revaluación de RMB traerá más oportunistas, lo que supone un ataque fatal al desarrollo económico chino. En los años venideros, la mejor política económica que China puede aplicar será continuar vinculando el cambio de RMB al dólar”.

Teniendo en cuenta que la economía china tiene una relación cada día más estrecha con la mundial, la revaluación de RMB no sólo producirá influencias negativas para la economía doméstica de China, sino que también afectará la de todo el mundo, sobre todo, la de los países de Asia y el Pacífico. Excepto Japón, muchos países asiáticos que mantienen estrechos vínculos económicos con China han mostrado tal preocupación. Con la estabilidad financiera de Asia en mente, los dirigentes de la República de Corea, Singapur y otros países del área han expresado su comprensión a la firmeza del RMB.

Los grandes conglomerados empresariales que han sacado beneficios a la inversión en China también están resentidos por la posición que toman sus gobiernos, porque la revaluación del RMB afectaría sus intereses. Los consumidores tampoco quieren que los productos chinos, buenos y baratos, se encarezcan por obra de la revaluación de la moneda.

Consciente de que no se atenderán los llamados a la revaluación del RMB, y a la controversia que el tema ha desatado dentro de EE.UU, John Snow, Secretario del Tesoro de EE.UU. ha desechado las posturas intransigentes, sustituyéndolas por palabras suaves y discretas, en el sentido de que EE.UU. desea que China aplique una política más “flexible” en el tipo de cambio de la moneda, según dijo durante su visita a China en septiembre pasado.

Estabilidad y tanteos
Resulta un equívoco afirmar que el valor de RMB no ha aumentado a la par del incremento de la fuerza económica de China. Aunque el tipo de cambio de RMB se ha mantenido casi inalterable, sí ha experimentado cambios, debido a la diferencia entre la inflación de China y la de otros países. Según datos del Banco Popular de China, en los tres años de 1994 a 1997, el valor del RMB subió en realidad en un 30%.

En cierto sentido, China está moldeando su imagen a semejanza de un “gran país responsable”. Para proteger la estabilidad económica regional y mundial, asume excesivos compromisos internacionales, como lo demostró durante la crisis financiera del Sudeste de Asia en 1997, cuando China resistió grandes presiones y mantuvo el valor del RMB, contribuyendo así a la recuperación de la economía asiática.

La reforma financiera de China hace creer al público que el cambio del RMB se mercantilizará tarde o temprano, porque eso forma parte importante de la reforma y beneficiará la economía china en sus esfuerzos por fusionarse con la mundial. La existencia de problemas como los activos fallidos, retrasan los pasos de China hacia la mercantilización del tipo de cambio monetario con el fin de garantizar la estabilidad financiera nacional. El propio Fondo Monetario Internacional afirma que se trata de un proceso que necesita promoverse paso a paso, sin presiones externas.

En muchas ocasiones China ha manifestado la posición de seguir aplicando la política unitaria y flotante del cambio acorde a la demanda y la necesidad del mercado de divisas. A pesar de que China cuenta con numerosos argumentos en su defensa, también siente la necesidad de hacer ciertas concesiones para aliviar las presiones a que se encuentra sometida. Es por ello que adopta medidas para ampliar las exportaciones. Según datos de la Buró Estatal de Estadística de China, el saldo favorable en la balanza comercial en los tres primeros trimestres de 2003 sólo alcanzó 9.100 millones de dólares, muy por debajo de los 20.000 millones del año previo.

Además, el país ha tomado otras medidas como bajar la tasa de reintegro de impuestos, aumentar proyectos relacionados con el capital, permitir a los empresarios domésticos invertir en el extranjero, con el fin de responder a las exhortaciones por la revaluación del RMB.


 

 



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