Polémica sobre
la revaluación del RMB
Por QIU JIANGHONG
medida que China consolida su posición económica
ante la Comunidad Internacional, crece la aprensión
entre ciertos círculos del exterior por la posibilidad
de que los países que realizan cuantiosas importaciones
desde China sufran perjuicios, a menos que se revalorice
la moneda china, el RMB. Los sectores manufactureros de
EE.UU., Europa y Japón achacan la deflación
que aqueja a sus economías a la firmeza de las monedas
asiáticas, cuyo valor se considera subestimado artificialmente,
sobre todo en el caso del RMB.
Para apoyar esta teoría se citan algunos datos.
Por ejemplo, que en la actualidad la balanza comercial beneficia
a China con más de 10.000 millones de dólares
estadounidenses al año, y que el país dispone
de una reserva en divisas de 300.000 millones, dos pruebas
convincentes aducen de la necesidad de efectuar
la revaluación del RMB.
A los ojos de buena parte del mundo, China es una potencia
comercial en despunte, habida cuenta de la buena acogida
deparada a sus productos en los cuatro puntos cardinales,
por su buena calidad y bajo precio. Para aumentar la competitividad
de los productos propios, no pocos países cobraban
aranceles más elevados a China, lo cual dejó
de aplicarse después del ingreso de China a la OMC.
Con el fin de ampliar la exportación, algunos políticos
de los países que compiten con China en la industria
manufacturera desean cambiar la tasa de cambio de su moneda
con el RMB, para lo cual presionan al Gobierno chino para
que este revalúe el RMB, lo que daría por
resultado una reducción en la competitividad del
precio de los productos chinos y un aumento en la exportación
de sus propios productos al mercado de China.
Sin embargo, la revaluación de RMB no ha ganado
el apoyo de los economistas. Al contrario, en su mayoría
se inclinan a mantener la estabilidad del tipo de cambio
del RMB.
Se ha politizado el tema, afirma Robert A.
Mundell, padre del euro, en los diez años pasados,
la paridad entre el dólar y el RMB se ha mantenido
en 1:8,3. Algunos lo responsabilizan a una manipulación
artificial del cambio. Pero este razonamiento parte de una
base política, ajena a los argumentos de los economistas
auténticos.
Mundell cita el ejemplo de EE.UU. en la década de
los años 90 del siglo pasado. Aunque EE.UU. tenía
un gran desbalance comercial, no se devaluó el dólar
estadounidense como hubiera correspondido. La cuenta comercial,
no importa si la balanza es favorable o no, no tiene relación
con el tipo de cambio de la moneda.
El aumento de la reserva de divisas tampoco es el elemento
decisivo que lleva a la revaluación de la moneda.
Porque si este aumento responde a la espontaneidad, mostrará
que hay un equilibrio en la economía y por tanto
no habrá ningún inconveniente en tener un
tipo de cambio monetario alto. En el caso de China,
el aumento en la reserva de divisas no puede considerarse
sin más resultado de una manipulación. El
actual cambio del RMB responde a la regla de operación
económica, añade Mundell, para abundar:
El gran margen favorable en la balanza comercial y
el aumento de la reserva de divisas no son pruebas convincentes
para decidir la revaluación del RMB.
Andrew Freris, economista principal del Banco de París
para la Región de Asia y el Pacífico ha manifestado
su desacuerdo con el postulado de que China está
exportando la deflación al mundo. Al respecto
argumenta que EE.UU., Japón y el Banco Central de
Europa exageran la importancia de los bajos precios de los
productos chinos y su peso en el comercio mundial. En realidad,
el volumen de exportación de China sólo ocupa
el 4,7 por ciento mundial, proporción que no es suficiente
para afectar los precios en otros mercados del mundo.
Muchos opinan que debido a las continuadas devaluaciones
del dólar norteamericano, con el cual se vincula
el RMB, China obtiene una injusta superioridad competitiva.
China se ha convertido en el chivo expiatorio por los altibajos
económicos del mundo, opina Stephen Roach,
economista principal de la firma Morgan Stanley. Nada
garantiza que los otros países tendrán mayores
oportunidades de desarrollo si se revalúa el RMB.
Desde mi punto de vista, eso no tiene mucho que ver con
la moneda. La competitividad de China reside en el bajo
costo de su mano de obra, las técnicas mejoradas,
la buena infraestructura, los abundantes recursos humanos
y el fervor y la perseverancia con que el país aplica
la reforma. Otros países no cesan de acusar a China,
lo que en realidad refleja el estado decepcionante de sus
propias economías.
La revaluación no es aconsejable
Mundell cree que el poderío económico y monetario
del país son elementos considerables a la hora de
decidir la revaluación o la devaluación de
la moneda, pero los más importantes son el PIB y
la situación del flujo monetario. En su opinión,
hay tres condiciones previas imprescindibles para la revaluación
del RMB: El libre cambio del RMB, el equilibrio de los ingresos
y egresos internacionales de China y la estabilidad económica
global. Sin embargo, en la actualidad, el RMB no se puede
cambiar libremente y los ingresos y egresos internacionales
de China tampoco están equilibrados. Debido a las
prácticas nocivas que han acompañado sus préstamos
bancarios, China no cuenta con condiciones para liberar
la tasa de cambio en un corto plazo. Por lo tanto, explica
Mundell, Todavía no hay un ambiente maduro
para la revaluación de RMB.
No es aconsejable revaluar el RMB, añade
Mundell, porque reducirá la exportación
de China, aminorará la demanda del mercado interior,
bajará la rentabilidad, afectará la inversión
foránea, aumentará el número de parados,
incrementará los activos fallidos en los bancos y
disminuirá al final el crecimiento económico,
en un dos o tres por ciento. Tal decisión sería
más dañina que el brote del Síndrome
Respiratorio Agudo y Grave (SRAG).
Aparte de ello, según Mundell, el valor del RMB
bajaría de nuevo después de un período
si se le aumenta artificialmente. Esta turbulencia no beneficiará
el orden financiero y a largo plazo conducirá a la
inflación y debilitará el valor de RMB. Así
lo demostró la debacle financiera de México
en 1995.
Señaló que en la historia monetaria no se
conoce un ejemplo exitoso de revaluación de una moneda
sin que previamente cuente con libre cambio, aunque para
ello se acuda a la intervención política gubernamental
siguiendo las sugerencias de alguna institución internacional.
En 1985, EE.UU. forzó la revaluación del Yen
de Japón, lo cual se tradujo en daños de gran
cuantía para la economía nipona, que aún
hoy continúa sumida en el letargo. El RMB no
se puede revaluar ni devaluar tampoco. Si bien la política
seguida para fijar la tasa de cambio con el dólar
no es perfecta, es la mejor que se nos ha ocurrido para
China en la actualidad.
Mundell no está solo en su opinión. El ex
presidente de la Reserva Federal de EE.UU., Paul Volcker,
también mantiene una severa advertencia. La
revaluación de RMB traerá más oportunistas,
lo que supone un ataque fatal al desarrollo económico
chino. En los años venideros, la mejor política
económica que China puede aplicar será continuar
vinculando el cambio de RMB al dólar.
Teniendo en cuenta que la economía china tiene una
relación cada día más estrecha con
la mundial, la revaluación de RMB no sólo
producirá influencias negativas para la economía
doméstica de China, sino que también afectará
la de todo el mundo, sobre todo, la de los países
de Asia y el Pacífico. Excepto Japón, muchos
países asiáticos que mantienen estrechos vínculos
económicos con China han mostrado tal preocupación.
Con la estabilidad financiera de Asia en mente, los dirigentes
de la República de Corea, Singapur y otros países
del área han expresado su comprensión a la
firmeza del RMB.
Los grandes conglomerados empresariales que han sacado
beneficios a la inversión en China también
están resentidos por la posición que toman
sus gobiernos, porque la revaluación del RMB afectaría
sus intereses. Los consumidores tampoco quieren que los
productos chinos, buenos y baratos, se encarezcan por obra
de la revaluación de la moneda.
Consciente de que no se atenderán los llamados a
la revaluación del RMB, y a la controversia que el
tema ha desatado dentro de EE.UU, John Snow, Secretario
del Tesoro de EE.UU. ha desechado las posturas intransigentes,
sustituyéndolas por palabras suaves y discretas,
en el sentido de que EE.UU. desea que China aplique una
política más flexible en el tipo
de cambio de la moneda, según dijo durante su visita
a China en septiembre pasado.
Estabilidad y tanteos
Resulta un equívoco afirmar que el valor de RMB no
ha aumentado a la par del incremento de la fuerza económica
de China. Aunque el tipo de cambio de RMB se ha mantenido
casi inalterable, sí ha experimentado cambios, debido
a la diferencia entre la inflación de China y la
de otros países. Según datos del Banco Popular
de China, en los tres años de 1994 a 1997, el valor
del RMB subió en realidad en un 30%.
En cierto sentido, China está moldeando su imagen
a semejanza de un gran país responsable.
Para proteger la estabilidad económica regional y
mundial, asume excesivos compromisos internacionales, como
lo demostró durante la crisis financiera del Sudeste
de Asia en 1997, cuando China resistió grandes presiones
y mantuvo el valor del RMB, contribuyendo así a la
recuperación de la economía asiática.
La reforma financiera de China hace creer al público
que el cambio del RMB se mercantilizará tarde o temprano,
porque eso forma parte importante de la reforma y beneficiará
la economía china en sus esfuerzos por fusionarse
con la mundial. La existencia de problemas como los activos
fallidos, retrasan los pasos de China hacia la mercantilización
del tipo de cambio monetario con el fin de garantizar la
estabilidad financiera nacional. El propio Fondo Monetario
Internacional afirma que se trata de un proceso que necesita
promoverse paso a paso, sin presiones externas.
En muchas ocasiones China ha manifestado la posición
de seguir aplicando la política unitaria y flotante
del cambio acorde a la demanda y la necesidad del mercado
de divisas. A pesar de que China cuenta con numerosos argumentos
en su defensa, también siente la necesidad de hacer
ciertas concesiones para aliviar las presiones a que se
encuentra sometida. Es por ello que adopta medidas para
ampliar las exportaciones. Según datos de la Buró
Estatal de Estadística de China, el saldo favorable
en la balanza comercial en los tres primeros trimestres
de 2003 sólo alcanzó 9.100 millones de dólares,
muy por debajo de los 20.000 millones del año previo.
Además, el país ha tomado otras medidas como
bajar la tasa de reintegro de impuestos, aumentar proyectos
relacionados con el capital, permitir a los empresarios
domésticos invertir en el extranjero, con el fin
de responder a las exhortaciones por la revaluación
del RMB.
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