ENERO 2004


China: Modelo de Comercio e Inversiones (IV)

 

Línea e producción de televisores de Suzhou Philips (Holanda) Zhang Jingde

Cuando el Gobierno chino decidió poner en práctica la apertura económica al exterior, dio prioridad al desarrollo del área del litoral sudoriental del país, donde creó cinco Zonas Económicas Especiales (ZEE). Estas son los municipios de Shenzhen, Zhuhai y Shantou en la provincia de Guangdong, el municipio de Xiamen, en la provincia de Fujian y la provincia de Hainan. En estas zonas económicas especiales se permite el libre comercio y se practica una política especial, dirigida a la integración de la industria y el comercio.

Cada una de estas zonas comparte los mismos elementos de la estructura del comercio exterior nacional descrita en anteriores publicaciones de esta revista. Las diferencias con respecto a la misma estriban en los grados de libertad con que cuentan las empresas de estas zonas de comercio e inversión para el trato con sus contrapartes extranjeras, así como con otras regiones del país. Todo eso implicó un notable cambio cualitativo en la naturaleza de los vínculos empresariales con el resto del mundo.

Además de contar con homólogos en las varias organizaciones existentes bajo los ministerios, los inversionistas extranjeros pueden entablar contactos con los dirigentes de las regiones especialmente designadas, que han sido abanderadas de las nuevas regulaciones gubernamentales para el comercio exterior y las inversiones.

Sólo este espíritu de apertura del Gobierno chino hacia la economía de mercado pudo explicar la confianza con que la ex primera ministra del Reino Unido, Margaret Thatcher, firmó el acuerdo de devolución de la entonces colonia británica de Hong Kong a China. “Jamás creí que pudiéramos firmar el acuerdo en el plazo de dos años fijado por Deng, ya que quedaban muchos puntos pendientes”, comentó la ex gobernante británica sobre la firma del acuerdo, que establecía una Región Administrativa Especial, y que otorgaba plena autonomía a Hong Kong y el mantenimiento del sistema capitalista durante 90 años.

Zonas Económicas Especiales

A guisa de resumen histórico, podemos decir que los primeros intentos de los extranjeros por abrir comercio con China, se remontan a los siglos XVIII y XIX, cuando sólo se les permitía operar en Cantón (Guangzhou), en el sur de China. El acceso a la capital imperial era imposible, pues ésta permanecía cerrada a los extranjeros como forma de evitar, por decisión de los emperadores, cualquier forma de contaminación cultural.

En el momento de creación de estas zonas económicas especiales, las inversiones extranjeras en ellas gozaban de muchos privilegios. Sin embargo, los cambios operados, sin importar cuán radicales sean, distan de constituir un proceso de occidentalización. Las zonas económicas fueron establecidas a finales de 1979, con la siguiente distribución: Shenzhen, Shantou, Zhuhai (todas en la provincia de Guangdong y en el corredor Hong Kong-Guangzhou), Xiamen (en la provincia de Fujian) y posteriormente la isla de Hainan.

Las ZEE avanzaron muy rápidamente y en pocos años recompusieron las fronteras, llevando la prosperidad a las ciudades. De la noche a la mañana, el tradicional, y en ocasiones bucólico paisaje devino un avispero donde surgían a cada paso nuevas carreteras pavimentadas y se electrificaban grandes extensiones geográficas. En ese entonces, China gastó miles de millones de dólares en las ZEE: Sólo en Shenzhen invirtió inicialmente unos US$ 1.500 millones en capital constructivo.

Para establecer las zonas, se tuvieron en cuenta las siguientes premisas:

1) Designación de una zona específica, aislamiento de áreas designadas, creación de comarcas “limpias” donde se controlaba la calidad del medio ambiente. Todo con el fin de demostrar la viabilidad de las políticas de la reforma económica.

2) Las ZEE serían una ventana de China para el mundo tecnológico, científico y administrativo. Las experiencias serían trasladadas a las ciudades y regiones del interior de China, áreas obviamente menos atractivas para los inversionistas extranjeros.

3) El establecimiento de las ZEE se basaba en experiencias exitosas aplicadas en el exterior. Si estas zonas eran viables y racionales, China vería acercarse el momento de la reunificación económica con Hong Kong, Macao y Taiwán, aplicando la teoría de “un país, dos sistemas”, anunciada durante la campaña de reforma económica.

La más importante característica de las ZEE para los inversionistas extranjeros, es que en ellas se permite un tratamiento preferencial, con el apoyo de una legislación especial, para lo cual se han instrumentado asimismo incentivos financieros. A saber:

1) Las empresas pueden ser cooperativas o totalmente extranjeras. Estas pueden formular sus propios contratos de empleo para la contratación de personal extranjero, como para la mano de obra doméstica.

2) La tasa de impuestos sobre ingresos era del 15 por ciento, pero ésta podía ser rebajada en los proyectos cuyos montos sobrepasaban los US$ 5 millones. Los impuestos y otros cobros también serían negociables.

3) Las firmas extranjeras no pueden comprar tierras, pero pueden negociar acuerdos para el uso de la tierra por períodos de entre 20 y 50 años, dependiendo del tipo de empresa.

4) Las empresas de riesgo compartido, pueden tener cuentas en moneda extranjera. Todos los bienes son transferibles y los fondos de capital podían ser remesados fuera de China.

Los resultados de las ZEE muestran un comportamiento mixto. La ZEE de Shenzhen es la que ha cosechado mayores éxitos, mientras las otras no han estado a la altura de las expectativas. Aunque siempre estuvo clara la importancia de la ventana tecnológica para el país, ha habido un flujo desproporcionadamente alto de inversiones de baja tecnología hacia Hong Kong, con el fin de establecer empresas de mano de obra barata (zapatos, juguetes, confecciones). Ha sido reducido asimismo el monto de tecnología industrial de punta obtenido desde Europa, Estados Unidos y Japón. Tal situación podría ser en parte resultado de una política residual, debido a la carencia de un marco legal completo, a las inconsistencias de impuestos y reglamentos de aduanas, a las violaciones de las regulaciones de importación/exportación y a las fallas en la capacitación de la mano de obra.

Dalian Runsky chimic Ltd, empresa de inversiones mixtas nacionales y japonesas en la Zona de Desarrollo Económico de Dalian Zhang Jingde

La corrupción ha sido otro de los frenos en el crecimiento de las ZEE. De ello queda constancia en un amplio informe sobre el escándalo que involucró a varios funcionarios de la isla de Hainan, quienes usaron el equivalente a US$ 570 millones para comprar moneda extranjera en el mercado negro de Shenzhen, con el fin de importar 89.000 automóviles y revenderlos con altas ganancias a otras provincias, evadiendo de tal modo las regulaciones que prohibían la importación directa de automóviles.

A finales de 1985 y principios de 1986 se revisó el proyecto de las ZEE con vistas a su aprobación. El máximo líder en ese entonces para la planificación económica de China, Chen Yun, notificó a las zonas (y al resto del país) que la construcción del país era socialista y que la reforma también mantendría su carácter socialista. Recalcó asimismo la necesidad de poner coto a las “prácticas nocivas” y mantener un seguimiento desde el mismo día en que el líder Deng Xiaoping anunció su idea de las ZEE. Las delegaciones extranjeras respondieron con una serie de alabanzas a Shenzhen, pero Chen Yun dijo con toda franqueza que Shenzhen era “sólo un experimento”. Y comentó: “Si es exitoso, excelente; en caso contrario, nos servirá de lección”.

Los líderes chinos no pusieron reparo a las zonas, a las cuales otorgaron respaldo político con la esperanza de verlas prosperar, para lo cual también sancionaron la entrega de recursos financieros que garantizaran a cualquier costo el progreso de las ZEE.

En tal sentido, se llegó al consenso de mantener casi inalterable la política. Los cambios impuestos por Beijing apuntaban a poner un mayor cuidado sobre las recaudaciones totales de las ZEE. El entonces Ministerio de Comercio y Cooperación Económica con el Exterior dio el visto bueno a un cada vez mayor número de empresas. Al mismo tiempo, se creaban nuevas regulaciones que detenían la marea de irregularidades. Estas nuevas regulaciones, más los impuestos adicionales, así como otros incentivos, hacían que las compañías extranjeras pensaran en solicitar un segundo tiempo.

En los años siguientes, las ZEE completaron su infraestructura, mejoraron la entrega de energía, facilidades de transporte y las capacidades de telecomunicaciones. Se dedicaron por otra parte a seguir ajustando sus operaciones, con el fin de disminuir las irregularidades en las actividades financieras, a la espera de la promulgación de la legislación adicional que salvaguardara los intereses de los inversionistas extranjeros. Finalmente, se pronunciaron por garantizar un mayor adiestramiento de la mano de obra. A juicio de la dirección política china, todo esto ayudaría a atraer alta tecnología, hasta entonces mal empleada por las empresas de Hong Kong y extranjeras.

Las 14 ciudades abiertas al exterior

Los nombres de Shanghai, Qingdao y Xiamen (Amoy), evocan antiguos tratados portuarios. Catorce ciudades costeras fueron declaradas abiertas y gozan de las mismas medidas liberalizadoras que las ZEE. Estas medidas proclaman que “estas ciudades forman una línea costera a lo largo de China, como puerta de entrada de China al mundo exterior”. Para los hombres de negocios extranjeros esto significa la existencia de dos vías.

Las principales regulaciones que rigen para las inversiones en las 14 ciudades son las siguientes:

1) Los proyectos no requieren arreglos de fondos, producción o distribución por parte del Gobierno Central, y las exportaciones no podrán ser cubiertas por la producción doméstica o cuotas extranjeras.

2) Las concesiones de impuestos son similares a las de las ZEE, o sea, una reducción del 33 al 15 por ciento sobre los impuestos que gravan las utilidades, para aquellas empresas extranjeras que inviertan en los sectores de energía, transporte, construcción de puertos, o establezcan proyectos de alta tecnología cuyo capital supere los US$ 30 millones.

3) Los inversionistas extranjeros están exentos de impuestos de importación para las materias primas, maquinarias y equipos; también para la exportación de productos terminados.

4) El mercado doméstico puede abrirse en forma limitada a la alta tecnología y otros productos industriales y de consumo de amplia necesidad.

El desempeño de las 14 ciudades ha sido positivo, pero con resultados mixtos. Así tenemos que cuatro de ellas: Shanghai, Dalian, Tianjin y Guangzhou, han desarrollado sus condiciones de infraestructura, lo que les ha permitido atraer mucha inversión extranjera. Como resultado, estas ciudades han logrado una mayor liberalización en las políticas comerciales.

Las restantes ciudades: Qinhuangdao, Yantai, Qingdao, Lianyungang, Nantong, Ningbo, Wenzhou, Fuzhou, Zhanjiang, Beihai y la isla de Hainan, continúan haciendo esfuerzos, pero con menor éxito.

El concepto de las ciudades abiertas rebasa la lista de 14, ya que incluye otras como Chongqing, Wuhan y Nanjing. Dicho concepto avanza a pasos muy rápidos, superando a algunas ciudades costeras hermanas, que cuentan con menos experiencia, pero que continúan buscando capital para la construcción de infraestructura. A dicho tenor, los inversionistas tienen muchas otras posibilidades para escoger el destino de su capital, así como verificar los pasos con los diferentes niveles de autoridades e instituciones relacionadas con la inversión.

 

 



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