Las chicas que no se
casan
"Para mí, asumir la responsabilidad de una
familia implica demasiadas molestias", dice la señorita
Li, una periodista autónoma de 28 años.
Cree que el amor puede embellecer a una mujer pero, en
su opinión, el matrimonio mata la belleza. Ha tomado
la decisión de no casarse: se considera una persona
hedonista y disfruta de la vida cómoda.
Cada vez que termina un trabajo, siempre sale a recorrer
los grandes almacenes o a bailar para relajarse. Desde
que terminó la licenciatura, con sus esfuerzos
y ahorros ha llegado a comprar un coche, una casa y todavía
le queda bastante dinero. Sostiene que puede llevar una
vida mucho mejor viviendo independientemente. Insiste
en no casarse por casarse. Y manifiesta con firmeza: "A
decir verdad, no he encontrado la razón que me
convenza para casarme".
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Entre las chicas más educadas o de la clase más
acomodada que optan por no casarse hay muchas cuya decisión
proviene de un fracaso en su noviazgo. Xiao Ya, inspectora
general de una agencia de publicidad, es una solterona
nata a los ojos de sus amigos. Sin embargo, nadie sabía
que esta situación se debía al fracaso de
un amor con un hombre casado. En el trabajo, se enamoró
de Axun, su superior. Sabía que no sería
aceptada como una intrusa, pero no podía librarse
de este tipo de relaciones.
En la celebración de su 30 cumpleaños, todos
sus colegas vinieron y Axun también, pero trajo
a su esposa. Cuando veía la forma en la que se
trataban imaginaba las íntimas relaciones que mantenían
él y su esposa, y sintió una profunda amargura.
"Sabía que estaba casado, pero el verdadero
dolor tuve que conocerlo en mi propia carne al verlos
juntos en esa fiesta". Tras esta experiencia perdió
toda confianza en los hombres y, por extensión,
también en el matrimonio.
La señorita Liu, responsable de un departamento
en una corporación de relaciones públicas,
tampoco quiere casarse, no porque haya tenido alguna experiencia
o sufrido algún desengaño amoroso, sino
porque teme repetir la tragedia de sus padres. Desde muy
niña, sus padres no paraban de reñir. Poco
a poco descubrió que su padre tenía una
amante, mientras que su madre, una mujer de conceptos
tradicionales, prefería morir antes que divorciarse.
No fue sino hasta que Liu se graduó en la universidad,
que su madre aceptó la realidad y se divorció
de su padre. Creciendo en una familia víctima de
una desgraciada vida matrimonial, Liu no quiere ni imaginar
la idea de casarse.
Según Liu, la apertura y la tolerancia de la vida
contemporánea ofrecen una gran variedad de modos
de vida para elegir. La conyugal es sólo una de
las múltiples opciones, y sostiene que cada persona
tiene el derecho a elegir su propia vida.
Según datos de un censo demográfico de Shanghai,
el número de "solteras de cuello blanco"
va en aumento. La mujer ya no es un "anexo del hombre".
El lema de "más vale encontrar a un buen marido
que un buen trabajo" ha perdido su razón de
ser.