DICIEMBRE 2003


Las chicas que no se casan


"Para mí, asumir la responsabilidad de una familia implica demasiadas molestias", dice la señorita Li, una periodista autónoma de 28 años. Cree que el amor puede embellecer a una mujer pero, en su opinión, el matrimonio mata la belleza. Ha tomado la decisión de no casarse: se considera una persona hedonista y disfruta de la vida cómoda.
Cada vez que termina un trabajo, siempre sale a recorrer los grandes almacenes o a bailar para relajarse. Desde que terminó la licenciatura, con sus esfuerzos y ahorros ha llegado a comprar un coche, una casa y todavía le queda bastante dinero. Sostiene que puede llevar una vida mucho mejor viviendo independientemente. Insiste en no casarse por casarse. Y manifiesta con firmeza: "A decir verdad, no he encontrado la razón que me convenza para casarme".

Entre las chicas más educadas o de la clase más acomodada que optan por no casarse hay muchas cuya decisión proviene de un fracaso en su noviazgo. Xiao Ya, inspectora general de una agencia de publicidad, es una solterona nata a los ojos de sus amigos. Sin embargo, nadie sabía que esta situación se debía al fracaso de un amor con un hombre casado. En el trabajo, se enamoró de Axun, su superior. Sabía que no sería aceptada como una intrusa, pero no podía librarse de este tipo de relaciones.
En la celebración de su 30 cumpleaños, todos sus colegas vinieron y Axun también, pero trajo a su esposa. Cuando veía la forma en la que se trataban imaginaba las íntimas relaciones que mantenían él y su esposa, y sintió una profunda amargura. "Sabía que estaba casado, pero el verdadero dolor tuve que conocerlo en mi propia carne al verlos juntos en esa fiesta". Tras esta experiencia perdió toda confianza en los hombres y, por extensión, también en el matrimonio.


La señorita Liu, responsable de un departamento en una corporación de relaciones públicas, tampoco quiere casarse, no porque haya tenido alguna experiencia o sufrido algún desengaño amoroso, sino porque teme repetir la tragedia de sus padres. Desde muy niña, sus padres no paraban de reñir. Poco a poco descubrió que su padre tenía una amante, mientras que su madre, una mujer de conceptos tradicionales, prefería morir antes que divorciarse. No fue sino hasta que Liu se graduó en la universidad, que su madre aceptó la realidad y se divorció de su padre. Creciendo en una familia víctima de una desgraciada vida matrimonial, Liu no quiere ni imaginar la idea de casarse.


Según Liu, la apertura y la tolerancia de la vida contemporánea ofrecen una gran variedad de modos de vida para elegir. La conyugal es sólo una de las múltiples opciones, y sostiene que cada persona tiene el derecho a elegir su propia vida.
Según datos de un censo demográfico de Shanghai, el número de "solteras de cuello blanco" va en aumento. La mujer ya no es un "anexo del hombre". El lema de "más vale encontrar a un buen marido que un buen trabajo" ha perdido su razón de ser.




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