DICIEMBRE 2003


Confucio: Pedagogía y Práctica (III)


Por LIU YONGXIN


Letrero de Maestro Modelo de Todas las Generaciones colgado en el centro del gran salón del Templo Conmemorativo de Confucio

Personas dotadas de virtud y talento.
En la época que a Confucio le tocó vivir, según el régimen de los protocolos los cargos públicos, la posición social de los miembros de la comunidad y el patrimonio familiar eran hereditarios. El sistema hereditario, lleno de lacras y abusos, ya no se correspondía con el desarrollo político, económico y cultural. En la prolongada observación y el minucioso estudio de la sociedad, en particular de la vida política, el maestro prestó especial atención a la preparación y la selección de personas virtuosas y de talento. Sostenía que uno de los recursos secretos de los que se servían los reyes más renombrados para alcanzar éxitos inusitados consistía en recomendar y promover a personas capaces y virtuosas a puestos directivos. Una vez en la que su antiguo alumno Zhonggong, mayordomo de la familia Ji, le preguntó por el buen gobierno, el maestro le respondió: "En primer lugar, hay que enseñar a trabajar a los funcionarios inferiores; después, perdonar sus pequeñas faltas; y, finalmente, recomendar y ascender a los virtuosos y capaces" (p. 133). Al encontrarse con Ziyou, jefe del distrito de Wucheng, otro de sus antiguos alumnos, Confucio le preguntó: "¿Has conseguido disponer de los servicios de hombres de calidad?" (p. 59). En el desarrollo de sus actividades docentes, concedió mayor importancia a la formación de aquellos discípulos con posibilidades de desempeñar cargos públicos, les transmitió conocimientos relacionados con el gobierno y les inculcó las cualidades y aptitudes necesarias para gobernar.
En las Analectas y otros Clásicos se recogen numerosas referencias de Confucio a los requisitos que debían cumplir los hombres virtuosos. Los fundamentales son, de manera resumida, los que siguen:

1. La virtud por encima de todo. Según Confucio, la diferencia entre el hombre virtuoso y el vulgar consiste en la conciencia moral y el cultivo de la virtud, cuya expresión máxima es la benevolencia. El hombre virtuoso tiene que mantener y practicar el principio de la benevolencia hasta en los momentos críticos de la vida. Para ello, "al querer afirmarse a sí mismo afirma a los demás y al querer ensancharse él mismo ensancha a los demás" (p. 65). E incluso "no busca conservar la vida si ello supone un daño para la benevolencia" (p. 163).
Por otro lado, el hombre virtuoso observa estrictamente el régimen de los protocolos como norma de conducta: "No mira, ni oye, ni dice, ni hace nada que vaya en contra de los protocolos" (p. 123).


2. La capacidad de llevar a la práctica los conocimientos adquiridos. Confucio aconseja a sus discípulos diciendo: "No tenemos que preocuparnos de que los demás no nos conozcan, sino de desarrollar la suficiente capacidad" (p. 155). Además, les exige que estudien con amplitud los documentos históricos y que integren oportunamente las cualidades que aporta la educación (elegancia) con las innatas (sencillez). Partiendo del principio de que aplicar en la práctica lo que se aprende, ayuda constantemente a sus discípulos a resolver los problemas concretos de la vida, sobre todo los de tipo político que se presentan en la realidad. Es por este motivo por el que el maestro da prioridad a la capacidad de adaptarse a las circunstancias cambiantes, capacidad indispensable para los gobernantes en cierne.


3. El desarrollo polifacético. El maestro señaló que "el hombre virtuoso no es una vasija (de un solo uso)" (p. 17), lo que significa que debe tener capacidades diversas. Este es el primer planteamiento de desarrollo polifacético de la historia china antigua. ¿Quién podía lograr un desarrollo polifacético? En una conversación que mantuvo con su discípulo Zilu, el maestro respondió a esta pregunta en los siguientes términos: "Podría considerarse un hombre completo a quien no sólo tuviese los conocimientos de Zang Wuzhong, la falta de concupiscencia de Gongchuo, la valentía de Bian Zhuang y los variados talentos de Ziyou, sino que además conociera el régimen de los protocolos y de la música" (p. 149). Como se ve, al parecer de Confucio el hombre virtuoso es aquél que se desarrolla integralmente reuniendo las virtudes y los puntos fuertes de otros muchos hombres.


4. El sentido práctico y el celo en el trabajo. Para ser un hombre de acción, el hombre virtuoso debe poner en práctica sus abundantes conocimientos culturales. El maestro siempre se opone a las exageraciones verbales y señala que "en las palabras del hombre virtuoso no debe haber nada impropio" (p. 134); por otra parte, combate las palabras dulces y huecas en favor del celo en el trabajo, censura a quienes hacen gala de su ingenio y exalta las cualidades de quienes hablan con franqueza y actúan de manera seria y honesta. Ese sentido práctico y el celo en el trabajo son elementos imprescindibles para completar las cualidades del hombre virtuoso.

Visitantes repasando instrucciones de Confucio respecto a la enseñanza


5. Beneficios para el pueblo y ayuda a la gran mayoría. En el ejercicio de su cargo, el hombre virtuoso nunca afloja en el trabajo y debe ejecutar las órdenes gubernamentales con dedicación (p. 129). "Para gobernar un país […] hay que respetar sus asuntos, tener confianza, economizar, amar a las personas y no hacer levas más que en el momento apropiado" (p. 4). Pero el requisito más difícil de cumplir es el de distribuir los beneficios entre las inmensas masas del pueblo y mejorar sus condiciones de vida (p. 65).

Contenido de las enseñanzas
Con el fin de formar a hombres que pudieran cumplir estas exigencias, Confucio seleccionó cuidadosamente el contenido de sus enseñanzas, que puede desglosarse, en líneas generales, en los siguientes temas:

Pórtico construido en el reinado de Wanli de la dinastía Ming en el bosque de Confucio

1. La educación moral es el tema más importante de la enseñanza confuciana. Dentro de la teoría moral de Confucio, la benevolencia y el régimen de los protocolos constituyen las normas fundamentales de conducta. En el proceso de enseñanza, el maestro contestó en muchas ocasiones a las preguntas de sus alumnos sobre la benevolencia, dándoles explicaciones varias. La benevolencia, cuyo meollo reside en amar a los demás, exige que los funcionarios y los letrados extiendan el amor familiar al ámbito social y a todo el mundo, al tiempo que actúan de forma digna y se respetan a sí mismos. Confucio formuló una serie de conceptos relacionados con la educación moral, como la piedad filial y el amor fraternal, la lealtad al soberano, el cumplimiento de los compromisos contraídos, la justicia, la tolerancia y otros muchos.


2. Las seis artes y los seis Clásicos. Según datos ofrecidos en las Analectas y en los Registros históricos de Sima Qian, en su etapa inicial Confucio tomó como contenido didáctico las seis artes anteriormente mencionadas. A medida que desarrollaba sus enseñanzas, iba reuniendo testimonios escritos sobre la corte real y las principescas, las ceremonias rituales y los protocolos, las costumbres, la literatura, la música y un largo etcétera. Al mismo tiempo, confrontaba dichos testimonios con los datos ofrecidos en los seis libros que estaban en circulación. Eliminando las repeticiones, supliendo las lagunas y rectificando los errores, el maestro reordenó y amplió el contenido de los seis libros y les dio una edición definitiva. Esta colección de libros, de los que se ha perdido el titulado Libro de la música, constituyó la primera serie de libros de texto y la de mayor duración en la historia. Estos materiales didácticos no sólo servían para transmitir conocimientos culturales, sino también para moldear y capacitar a sus discípulos, como afirmó el propio maestro: "La mente se despierta con la poesía, se afirma con los protocolos y se completa con la música" (p. 81).


Sin embargo, hemos de señalar que las artes y los libros de texto están circunscritos a áreas de la filosofía, la moral y el arte para gobernar. Por lo tanto, su contenido no abarca las teorías y aplicaciones de las ciencias naturales y la tecnología, disciplinas que avanzaron mucho en tiempos de Confucio. Este carácter tradicionalista, así como las limitaciones patentes de la pedagogía confuciana y los materiales didácticos, ejercieron posteriormente una influencia negativa.


3. El arte de gobernar. Al tiempo que realizaba la educación moral y cultural, Confucio enseñaba meticulosamente a sus discípulos las habilidades y artes necesarias para gobernar.
Una vez, cuando Zigong preguntó a su maestro acerca del gobierno, éste le respondió: "[Para que haya un buen gobierno] debe haber abundancia de alimentos, un ejército suficientemente fuerte y confianza del pueblo en los gobernantes". Y luego añadió con énfasis: "Si el pueblo pierde la confianza en quienes lo rigen, el gobierno carecerá de estabilidad" (p. 126). Estos tres factores (suficientes cereales, fuerzas armadas poderosas y la confianza del pueblo) podrían ser el plan y tácticas generales de Confucio para gobernar un estado.


En las Analectas se lee un diálogo detallado entre Zizhang y su maestro. Cuando el primero le preguntó de qué forma deberían comportarse los que ocuparan con propiedad un puesto de gobierno, Confucio le dijo: "Para poder gobernar dignamente, deben poseer cinco cualidades buenas y mantenerse libre de cuatro malas". A continuación, el maestro le explicó en que consistían las cinco cualidades buenas: "El hombre virtuoso debe ser generoso sin despilfarro, hacer que el pueblo trabaje sin protestar, desear sin codicia, ser digno sin orgullo y autoritario sin brutalidad" (p. 109-110). Por último, Confucio expuso la manera de llevar a la práctica las buenas cualidades. Como se desprende de esa conversación, el maestro no sólo fue un gran filósofo, pedagogo e historiador, sino también un hombre de Estado experimentado y perspicaz.

Métodos didácticos
Partiendo de la comprensión de las leyes que rigen la educación, el maestro encontró numerosos métodos de suma eficacia, la mayor parte de los cuales han seguido vigentes hasta nuestros días.


1. El estudio y la reflexión. Uno de los métodos fundamentales del maestro consiste en estimular a sus alumnos a leer ampliamente y a estudiar con ahínco. Pero si estudiamos sin reflexionar, acabaremos perdiéndonos en la perplejidad, porque la reflexión nos ayuda a entender y a asimilar lo que hemos leído. Refiriéndose a su propia experiencia, dijo: "Hubo ocasiones en que estuve todo el día reflexiona que te reflexiona, sin comer ni dormir, pero en vano; habría sido mejor ponerme a estudiar" (p. 168). Y en otra ocasión asegura que "el que estudia sin reflexionar se deja engañar; y el que reflexiona sin estudiar se pierde en la perplejidad" (p. 18). El maestro hace lo posible para que sus alumnos reflexionen por su cuenta, aconsejándoles que oigan y vean mucho, se reserven las dudas para su posterior esclarecimiento y que estén libres de cuatro defectos: la conjetura infundada, la generalización, la terquedad y la creencia en la propia infalibilidad.


2. Enseñar a los estudiantes según su capacidad. Confucio imparte sus enseñanzas de acuerdo con el temperamento, la preparación, la inteligencia, los hábitos y los intereses de cada uno de los educandos.


En una reunión con sus tres alumnos, uno de ellos, llamado Zilu, preguntó a su maestro: "¿Puedo ponerme en acción al oír algo?"; Confucio le replicó: "¿Cómo puedes actuar de esta manera si tu padre y tu hermano mayor viven todavía?". Pero cuando Ziyou le hizo la misma pregunta, el maestro respondió: "Sí, puedes hacerlo de inmediato". Muy perplejo, Gongxi Hua le preguntó a su maestro por qué había dado dos respuestas diferentes a la misma pregunta; Confucio se lo explicó de esta manera: "Como Ziyou suele andar con timidez, sin atreverse a dar un paso adelante, tuve que levantarle los ánimos; en cambio, el coraje de Zilu es dos veces mayor que el de la gente común y suele proceder con audacia, por lo que quise contenerle en cierta medida" (p. 117).


3. La mayéutica y la inducción. Abandonando los métodos tradicionales de embutir los conocimientos en los alumnos, Confucio inicia una instrucción mayéutica e inductiva para motivar en la medida de lo posible el interés y la iniciativa de sus discípulos. Respecto a la metodología didáctica señala acertadamente: "No hay que sugestionar al alumno, si no es en el preciso momento en que se encuentra en un impasse mental; ni enseñarle a expresarse, si no es en el preciso momento en que se encuentra en un impasse verbal. Si después de habérsele enseñado uno de los puntos cardinales no sabe deducir de ello los tres restantes, no hay que seguir enseñándole". (p. 68)


Uno de los recursos más frecuentes es el catecismo con el cual, o a través de la discusión colectiva (semejante al seminario), el maestro induce a los alumnos a encontrar por su propia cuenta la respuesta a las preguntas y no les obliga a aprenderse de memoria conocimientos librescos. Además, para explicar cuestiones metafísicas, recurre siempre a metáforas y símiles, citas literarias, anécdotas de personajes históricos de renombre o sucesos recientes.


4. El que enseña aprende. Confucio, dotado del espíritu democrático en la enseñanza, aprende de sus alumnos intercambiando opiniones con ellos en las discusiones. En cierto sentido, las Analectas son el resultado de las conversaciones y discusiones entre el maestro y sus discípulos.


Modesto y amable, el maestro establece las relaciones entre educadores y educandos sobre la base de la igualdad y está dispuesto a aceptar críticas de sus alumnos, hecho insólito en la época de Confucio. El maestro quiere mucho a los alumnos y éstos, a su vez, lo tienen en mucha estima. Yan Yuan, tenía razón cuando exclamó: "El maestro es muy hábil para guiarnos metódicamente, dotarnos de extensos conocimientos culturales y adecuar nuestra conducta a las normas del régimen de los protocolos, de tal suerte que ya no podemos abandonar los estudios, aunque queramos" (p. 90).

Pedagogo sincero, Confucio dedicó toda su vida a la educación de forma abnegada y preparó a numerosos hombres de virtud y talento, muchos de los cuales fueron muy conocidos por sus grandes méritos. Las enseñanzas que nos ha legado constituyen una herencia de incalculable valor y vigencia. Por su espíritu democrático e igualitario, así como por la dedicación total a su vocación pedagógica, el gran maestro constituye un espléndido ejemplo no sólo para los maestros de su tiempo sino también para los educadores de nuestros días.

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