El mercado de coches
usados de Beijing
El mercado de coches de segunda mano en la ciudad de Beijing
se encuentra todavía en un estado que se caracteriza
más por sus irregularidades y vacíos legales
que por la fluidez de los traspasos. En este momento no
existen reglas ni para los compradores, ni para los
vendedores, y tampoco para los intermediarios,
y en este clima incierto, hay algunos que
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Coches usados en venta |
intentan hacer su agosto.
Los compradores
Huang Yi, de 39 años, es una profesora de Medio
Ambiente de la Universidad de Beijing que entre 1993 y
1998 cursó estudios en Alemania. Siguiendo el ejemplo
de muchos alemanes, compró un automóvil
de segunda mano. Al volver a Beijing, quiso hacer lo mismo,
en vista de los altos precios de los nuevos, por la rápida
devaluación a la que se ven sujetos y, al fin y
al cabo, porque ella había aprendido que un coche
no es, a fin de cuentas, más que un medio de transporte,
y lo de nuevo o no tan nuevo no le importaba tanto mientras
funcionara.
Ante esta postura, los amigos de Huang le hicieron varias
objeciones. Lo cierto es que se sacó como conclusión
que nadie conoce bien el mercado de coches de segunda
mano y, además, ella no era precisamente una experta
en mecánica. Ese mercado se halla todavía
en sus comienzos, lo que explica el desorden imperante
en él. En conclusión, sus compañeros
le insinuaron que comprar un coche usado era una forma
muy probable de buscarse complicaciones.
Llena de incertidumbre, Huang empezó a recorrer
los mercados de Beijing y consultó con varios conductores
veteranos. Por fin, se encaprichó con un Volkswagen
Jetta blanco. Una de las puertas estaba abollada, probablemente
a consecuencia de un choque, pero el vendedor le aseguró
que el motor estaba en buen estado. Al preguntarle cuántos
kilómetros había recorrido, el vendedor
le contestó, restándole importancia, que
tendría entre diez mil y cuarenta mil.
--"¿Qué voy a hacer si el coche tiene
alguna avería?"
--"Sólo puedo asegurarle que el coche no es
robado y que es transferible".
Aunque se sentía un poco indecisa, Huang quería
comprar ese coche. Entonces le preguntó al vendedor
si había alguna garantía.
--"Estoy seguro de que este coche puede venderse".
--"Lo compraré sólo si me garantiza
que no tendré problemas de importancia".
-- "Sólo los coches nuevos tienen garantía;
los de segunda mano, no. Si no está segura, puede
llevarlo a un taller para que le hagan una revisión".
--"Pero, el mecánico, ¿podrá
ver como está el motor por dentro?"
--"Ya le he dicho que si quiere una garantía
total, tendrá que comprar un coche nuevo".
Tras un buen rato de los típicos tira y aflojas
de negociaciones de esta naturaleza, Huang se sintió
aun más indecisa. En este tipo de transacciones,
el estado del coche solamente puede conocerse a partir
de las explicaciones del vendedor. El comprador sólo
puede evaluar el estado del automóvil a partir
de su aspecto y, en todo caso, del ruido del motor. El
vendedor tiene la última palabra sobre el precio
y, claro está, ni hablar de los servicios posventa.
Es evidente, pues, que el consumidor se encuentra en una
situación notoriamente desfavorable.
Sin darse por vencida, Huang visitó otros mercados,
pero todos le parecieron iguales. A fin de cuentas, a
la hora de comprar un coche usado, parece que todo depende
de la suerte: si resulta que al final uno se termina comprando
un coche que le sale "rana", entonces no tendrá
remedio.
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El dueño espera comprador
al lado de su coche |
Los vendedores
Chen Hao, de 32 años, trabaja en la filial beijinesa
de una renombrada firma extranjera. Animado por el continuo
lanzamiento de nuevos modelos, y sobre todo, por el auge
de la venta a plazos, se decidió a cambiar su Jetta
de seis años por un coche nuevo.
Nada más aparecer por la puerta del mercado de
ocasión con su coche, Chen se vio literalmente
acosado por los agentes de compra-venta. De no haber estado
psicológicamente preparado le hubiera sido imposible
soportar lo que ocurrió a continuación.
Temiendo ser engañado, eligió a un hombre
de apariencia honesta. Al llegar a la oficina del corredor,
ese hombre "honesto" se esfumó y en su
lugar apareció un hombre taimado que pretendía
bajar el precio, ya acordado en 65.000 yuanes, hasta 30.000
yuanes. Como era de esperar, Chen no aceptó las
condiciones y la transacción no se llevó
a cabo.
Con la sensación de que le habían intentado
engañar, Chen se dirigió de nuevo al mercado
decidido a informarse bien antes de cerrar cualquier trato.
No obstante, tras hablar con varias personas conocedoras
del tema, su confusión terminó siendo incluso
mayor. Le aconsejaron que no acudiera a las grandes compañías
intermediarias, ya que éstas suelen dirigir paralelamente
compañías de alquiler de coches. Estas grandes
compañías compran automóviles usados
que luego alquilan. El gran peligro está en que
en caso de accidente, será siempre el antiguo propietario
el que deberá asumir la responsabilidad, puesto
que en dichas tiendas de alquiler de coches mantienen
la documentación a nombre de aquél. Por
otra parte, tampoco parece aconsejable dirigirse a compañías
demasiado pequeñas, o poco conocidas, porque las
posibilidades de salir perdiendo aumentan. Lo único
que sacó en claro, si acaso aprendió algo
el señor Chen, es que para vender su coche usado
lo mejor sería ir a firmas que no sean ni grandes
ni pequeñas. El resto iba a depender de la suerte.
Tras esta experiencia infructuosa y la primera lección
aprendida, la siguiente persona en llamar la atención
de Chen resultó ser una mujer con aspecto de campesina,
que le dijo que necesitaba el coche para unas obras que
estaba realizando. Pensando que sería mejor vendérselo
a esa mujer que a una firma intermediaria, Chen tomó
en serio la opción. Las negociaciones marchaban
viento en popa hasta el momento final del intercambio
de teléfonos, ya que ella le dijo que no tenía
ni fijo ni un teléfono móvil. Pese a que
ello le despertó alguna sospecha, Chen le dio su
número de teléfono.
Al día siguiente, esa mujer llamó para citarle
en un descampado en las afueras de la ciudad para ir juntos
a cumplir los trámites de la compraventa. Una vez
allí, se presentaron dos hombres en un camión
diciendo que venían de parte de la mujer. Juntos
fueron a cierto lugar a cumplimentar los trámites;
pero al llegar allí, Chen no tardó en darse
cuenta que los tipos del camión no contaban con
el dinero acordado. Puestos en este plan, la transacción
terminó en fracaso, como no podía ser de
otra manera.
Y después de estas dos experiencias, Chen se convenció
de lo difícil que resulta vender un coche usado
en Beijing, aunque, por suerte, encontró una solución
a través de Internet, y finalmente pudo vender
su coche.
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Indecisos compradores |
Análisis del mercado de coches
usados
En la actualidad, en las avenidas de Beijing circulan
un total de 1,9 millones de automóviles, si bien
el número de ciudadanos que cuentan con carné
de conducir alcanzan la cifra de 2,9 millones. Esto significa
que cerca de un millón de personas, en su mayoría
asalariados, tienen carné pero no tienen coche.
Aunque los precios han bajado mucho últimamente,
los 100.000 yuanes que viene a costar un coche nuevo es
todavía, para la gran mayoría, una suma
por encima de sus posibilidades, por lo que no es de extrañar
que exista una demanda de coches de segunda mano de unos,
acompañada de una creciente oferta promovida por
el interés de cambiar de coche de otros. Lo que
ocurre es que se echa de menos un organismo supervisor
y evaluador independiente. Además, las transacciones
no son transparentes y no están libres de numerosos
problemas, añadiéndole a todo ello la inexistencia
de garantías y de servicios posventa.
Respecto al desarrollo del mercado de coches usados de
Beijing, el señor Lu, presidente de la Asociación
de Circulación de Vehículos Motorizados
de Beijing, precisó lo siguiente: "El problema
clave del mercado de coches usados es que su objeto no
está definido, por lo que resulta muy difícil
evaluar adecuadamente el estado de los automóviles.
Los coches usados han de ponerse a punto y quienes gestionan
las ventas deberían proporcionar alguna garantía
a los consumidores, incluidas las de reparación
y mantenimiento. Además, es necesario potenciar
el interés de los fabricantes de automóviles
por las transacciones de coches usados y por la garantía
de su calidad.
En la actualidad ya existe un sitio *web* dedicado a garantizar
la equidad y honestidad en la fijación de los precios,
que deben ser negociados por el vendedor y el comprador".
Actualmente se encuentra en fase de aplicación
experimental un sistema para la evaluación de los
coches usados. Este sistema permite realizar una evaluación
integral de los mismos, lo que sin duda constituye una
buena noticia para sus posibles compradores.
Normalización de las transacciones
Con el fin de normalizar el mercado de vehículos
de segunda mano, el Departamento de Industria y Comercio
exige a los vendedores y compradores que firmen contratos
y realicen sus transacciones dentro de dicho mercado.
Si surgen problemas en las transacciones con compañías
establecidas en él, su gerente puede compensar
a los clientes. De esta forma, aunque no se ofrezcan servicios
de reparación y mantenimiento, como sí ocurre
en otros países más desarrollados, el mercado
de coches usados de Beijing está esforzándose
por ganarse la confianza de los consumidores.
La compraventa de coches usados desempeña
un papel de primer orden tanto en la popularización
de este medio de transporte como en el lanzamiento de
nuevos modelos. Al mismo tiempo, estas transacciones también
pueden impulsar el alquiler, la subasta, el intercambio,
la renovación, la decoración y la reparación
del parque móvil. No obstante, el desarrollo del
mercado de coches usados depende del apoyo de la política
macroeconómica y del reajuste de la política
tributaria del Estado.
Según el director del Instituto de Información
Económica y Técnica de Vehículos
Motorizados de China, la falta de madurez que caracteriza
a este mercado facilita la realización de transacciones,
pero el caso es que la operación que se realiza
oficialmente hasta hoy no es en realidad una compraventa,
sino una transferencia. Una operación de compraventa
legal precisaría de la existencia de organismos
encargados de recoger información y hacer reparaciones.
Y el hecho de que no esté contemplada oficialmente
restringe el desarrollo del mercado de vehículos
de segunda mano.
La venta de un coche usado se grava con un impuesto superior
al 4 por ciento, es decir, con un impuesto superior al
que se paga por la venta de un coche nuevo. Además,
hay que contar con las tarifas de transferencia. Entre
una cosa y otra, el precio del coche usado no hace más
que subir.
Como no existe una compraventa reglada, tampoco hay organismo
ni sistema alguno de supervisión, identificación,
reconocimiento y garantía. Ni el vendedor ni el
comprador saben a ciencia cierta cuál es el verdadero
valor del automóvil en cuestión, por lo
que ambos tienen la sensación de salir perdiendo.
Esta sensación, así como la falta de información
fidedigna, la complejidad de los trámites y la
falta de organismos de gestión, obstaculizan el
desarrollo del mercado de coches usados.
Para resolver estos problemas, lo primero que habría
que hacer es establecer un mercado que cubriera los actuales
vacíos legales otorgándole seriedad y ciertas
garantías, pues lo cierto es que, si este mercado
de vehículos de ocasión no se desarrolla
de manera adecuada, terminará afectando el desarrollo
del mercado de automóviles nuevos. Y en este sentido,
los fabricantes de automóviles deberían
tener el derecho, y sobre todo, también el deber,
de participar en la gestión del mercado de segunda
mano, ya que sin su apoyo será imposible ofrecer
los servicios de posventa que exigen los consumidores.