DICIEMBRE 2003


El mercado de coches usados de Beijing


El mercado de coches de segunda mano en la ciudad de Beijing se encuentra todavía en un estado que se caracteriza más por sus irregularidades y vacíos legales que por la fluidez de los traspasos. En este momento no existen reglas ni para los compradores, ni para los

vendedores, y tampoco para los intermediarios, y en este clima incierto, hay algunos que

Coches usados en venta

intentan hacer su agosto.

Los compradores
Huang Yi, de 39 años, es una profesora de Medio Ambiente de la Universidad de Beijing que entre 1993 y 1998 cursó estudios en Alemania. Siguiendo el ejemplo de muchos alemanes, compró un automóvil de segunda mano. Al volver a Beijing, quiso hacer lo mismo, en vista de los altos precios de los nuevos, por la rápida devaluación a la que se ven sujetos y, al fin y al cabo, porque ella había aprendido que un coche no es, a fin de cuentas, más que un medio de transporte, y lo de nuevo o no tan nuevo no le importaba tanto mientras funcionara.
Ante esta postura, los amigos de Huang le hicieron varias objeciones. Lo cierto es que se sacó como conclusión que nadie conoce bien el mercado de coches de segunda mano y, además, ella no era precisamente una experta en mecánica. Ese mercado se halla todavía en sus comienzos, lo que explica el desorden imperante en él. En conclusión, sus compañeros le insinuaron que comprar un coche usado era una forma muy probable de buscarse complicaciones.
Llena de incertidumbre, Huang empezó a recorrer los mercados de Beijing y consultó con varios conductores veteranos. Por fin, se encaprichó con un Volkswagen Jetta blanco. Una de las puertas estaba abollada, probablemente a consecuencia de un choque, pero el vendedor le aseguró que el motor estaba en buen estado. Al preguntarle cuántos kilómetros había recorrido, el vendedor le contestó, restándole importancia, que tendría entre diez mil y cuarenta mil.
--"¿Qué voy a hacer si el coche tiene alguna avería?"
--"Sólo puedo asegurarle que el coche no es robado y que es transferible".
Aunque se sentía un poco indecisa, Huang quería comprar ese coche. Entonces le preguntó al vendedor si había alguna garantía.
--"Estoy seguro de que este coche puede venderse".
--"Lo compraré sólo si me garantiza que no tendré problemas de importancia".
-- "Sólo los coches nuevos tienen garantía; los de segunda mano, no. Si no está segura, puede llevarlo a un taller para que le hagan una revisión".
--"Pero, el mecánico, ¿podrá ver como está el motor por dentro?"
--"Ya le he dicho que si quiere una garantía total, tendrá que comprar un coche nuevo".
Tras un buen rato de los típicos tira y aflojas de negociaciones de esta naturaleza, Huang se sintió aun más indecisa. En este tipo de transacciones, el estado del coche solamente puede conocerse a partir de las explicaciones del vendedor. El comprador sólo puede evaluar el estado del automóvil a partir de su aspecto y, en todo caso, del ruido del motor. El vendedor tiene la última palabra sobre el precio y, claro está, ni hablar de los servicios posventa. Es evidente, pues, que el consumidor se encuentra en una situación notoriamente desfavorable.
Sin darse por vencida, Huang visitó otros mercados, pero todos le parecieron iguales. A fin de cuentas, a la hora de comprar un coche usado, parece que todo depende de la suerte: si resulta que al final uno se termina comprando un coche que le sale "rana", entonces no tendrá remedio.

El dueño espera comprador al lado de su coche

Los vendedores
Chen Hao, de 32 años, trabaja en la filial beijinesa de una renombrada firma extranjera. Animado por el continuo lanzamiento de nuevos modelos, y sobre todo, por el auge de la venta a plazos, se decidió a cambiar su Jetta de seis años por un coche nuevo.
Nada más aparecer por la puerta del mercado de ocasión con su coche, Chen se vio literalmente acosado por los agentes de compra-venta. De no haber estado psicológicamente preparado le hubiera sido imposible soportar lo que ocurrió a continuación. Temiendo ser engañado, eligió a un hombre de apariencia honesta. Al llegar a la oficina del corredor, ese hombre "honesto" se esfumó y en su lugar apareció un hombre taimado que pretendía bajar el precio, ya acordado en 65.000 yuanes, hasta 30.000 yuanes. Como era de esperar, Chen no aceptó las condiciones y la transacción no se llevó a cabo.
Con la sensación de que le habían intentado engañar, Chen se dirigió de nuevo al mercado decidido a informarse bien antes de cerrar cualquier trato. No obstante, tras hablar con varias personas conocedoras del tema, su confusión terminó siendo incluso mayor. Le aconsejaron que no acudiera a las grandes compañías intermediarias, ya que éstas suelen dirigir paralelamente compañías de alquiler de coches. Estas grandes compañías compran automóviles usados que luego alquilan. El gran peligro está en que en caso de accidente, será siempre el antiguo propietario el que deberá asumir la responsabilidad, puesto que en dichas tiendas de alquiler de coches mantienen la documentación a nombre de aquél. Por otra parte, tampoco parece aconsejable dirigirse a compañías demasiado pequeñas, o poco conocidas, porque las posibilidades de salir perdiendo aumentan. Lo único que sacó en claro, si acaso aprendió algo el señor Chen, es que para vender su coche usado lo mejor sería ir a firmas que no sean ni grandes ni pequeñas. El resto iba a depender de la suerte.
Tras esta experiencia infructuosa y la primera lección aprendida, la siguiente persona en llamar la atención de Chen resultó ser una mujer con aspecto de campesina, que le dijo que necesitaba el coche para unas obras que estaba realizando. Pensando que sería mejor vendérselo a esa mujer que a una firma intermediaria, Chen tomó en serio la opción. Las negociaciones marchaban viento en popa hasta el momento final del intercambio de teléfonos, ya que ella le dijo que no tenía ni fijo ni un teléfono móvil. Pese a que ello le despertó alguna sospecha, Chen le dio su número de teléfono.
Al día siguiente, esa mujer llamó para citarle en un descampado en las afueras de la ciudad para ir juntos a cumplir los trámites de la compraventa. Una vez allí, se presentaron dos hombres en un camión diciendo que venían de parte de la mujer. Juntos fueron a cierto lugar a cumplimentar los trámites; pero al llegar allí, Chen no tardó en darse cuenta que los tipos del camión no contaban con el dinero acordado. Puestos en este plan, la transacción terminó en fracaso, como no podía ser de otra manera.
Y después de estas dos experiencias, Chen se convenció de lo difícil que resulta vender un coche usado en Beijing, aunque, por suerte, encontró una solución a través de Internet, y finalmente pudo vender su coche.

Indecisos compradores

Análisis del mercado de coches usados
En la actualidad, en las avenidas de Beijing circulan un total de 1,9 millones de automóviles, si bien el número de ciudadanos que cuentan con carné de conducir alcanzan la cifra de 2,9 millones. Esto significa que cerca de un millón de personas, en su mayoría asalariados, tienen carné pero no tienen coche. Aunque los precios han bajado mucho últimamente, los 100.000 yuanes que viene a costar un coche nuevo es todavía, para la gran mayoría, una suma por encima de sus posibilidades, por lo que no es de extrañar que exista una demanda de coches de segunda mano de unos, acompañada de una creciente oferta promovida por el interés de cambiar de coche de otros. Lo que ocurre es que se echa de menos un organismo supervisor y evaluador independiente. Además, las transacciones no son transparentes y no están libres de numerosos problemas, añadiéndole a todo ello la inexistencia de garantías y de servicios posventa.
Respecto al desarrollo del mercado de coches usados de Beijing, el señor Lu, presidente de la Asociación de Circulación de Vehículos Motorizados de Beijing, precisó lo siguiente: "El problema clave del mercado de coches usados es que su objeto no está definido, por lo que resulta muy difícil evaluar adecuadamente el estado de los automóviles. Los coches usados han de ponerse a punto y quienes gestionan las ventas deberían proporcionar alguna garantía a los consumidores, incluidas las de reparación y mantenimiento. Además, es necesario potenciar el interés de los fabricantes de automóviles por las transacciones de coches usados y por la garantía de su calidad.
En la actualidad ya existe un sitio *web* dedicado a garantizar la equidad y honestidad en la fijación de los precios, que deben ser negociados por el vendedor y el comprador".
Actualmente se encuentra en fase de aplicación experimental un sistema para la evaluación de los coches usados. Este sistema permite realizar una evaluación integral de los mismos, lo que sin duda constituye una buena noticia para sus posibles compradores.

Normalización de las transacciones
Con el fin de normalizar el mercado de vehículos de segunda mano, el Departamento de Industria y Comercio exige a los vendedores y compradores que firmen contratos y realicen sus transacciones dentro de dicho mercado. Si surgen problemas en las transacciones con compañías establecidas en él, su gerente puede compensar a los clientes. De esta forma, aunque no se ofrezcan servicios de reparación y mantenimiento, como sí ocurre en otros países más desarrollados, el mercado de coches usados de Beijing está esforzándose por ganarse la confianza de los consumidores.

La compraventa de coches usados desempeña un papel de primer orden tanto en la popularización de este medio de transporte como en el lanzamiento de nuevos modelos. Al mismo tiempo, estas transacciones también pueden impulsar el alquiler, la subasta, el intercambio, la renovación, la decoración y la reparación del parque móvil. No obstante, el desarrollo del mercado de coches usados depende del apoyo de la política macroeconómica y del reajuste de la política tributaria del Estado.
Según el director del Instituto de Información Económica y Técnica de Vehículos Motorizados de China, la falta de madurez que caracteriza a este mercado facilita la realización de transacciones, pero el caso es que la operación que se realiza oficialmente hasta hoy no es en realidad una compraventa, sino una transferencia. Una operación de compraventa legal precisaría de la existencia de organismos encargados de recoger información y hacer reparaciones. Y el hecho de que no esté contemplada oficialmente restringe el desarrollo del mercado de vehículos de segunda mano.
La venta de un coche usado se grava con un impuesto superior al 4 por ciento, es decir, con un impuesto superior al que se paga por la venta de un coche nuevo. Además, hay que contar con las tarifas de transferencia. Entre una cosa y otra, el precio del coche usado no hace más que subir.
Como no existe una compraventa reglada, tampoco hay organismo ni sistema alguno de supervisión, identificación, reconocimiento y garantía. Ni el vendedor ni el comprador saben a ciencia cierta cuál es el verdadero valor del automóvil en cuestión, por lo que ambos tienen la sensación de salir perdiendo. Esta sensación, así como la falta de información fidedigna, la complejidad de los trámites y la falta de organismos de gestión, obstaculizan el desarrollo del mercado de coches usados.
Para resolver estos problemas, lo primero que habría que hacer es establecer un mercado que cubriera los actuales vacíos legales otorgándole seriedad y ciertas garantías, pues lo cierto es que, si este mercado de vehículos de ocasión no se desarrolla de manera adecuada, terminará afectando el desarrollo del mercado de automóviles nuevos. Y en este sentido, los fabricantes de automóviles deberían tener el derecho, y sobre todo, también el deber, de participar en la gestión del mercado de segunda mano, ya que sin su apoyo será imposible ofrecer los servicios de posventa que exigen los consumidores.


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