SEPTIEMBRE 2003


El mundo en un espejo

Por HUO JIANYING


Espejo de bronce con exquisitos relieves calados del Período de los Reinos Combatientes (475-221 a.n.e.)

Hoy en día, cualquier mujer se sorprendería mucho si le dijeran que para maquillarse tiene que llenar una jofaina de agua, ponerla en un lugar bien iluminado e inclinarse sobre ella para ver la imagen de su rostro. Pero eso es precisamente lo que 3.000 años atrás tenían que hacer todos los días las mujeres que querían maquillarse o simplemente ver su aspecto, tanto si eran bealdades como si pertenecían a una familia noble. Y es que en aquellos lejanos tiempos, la única manera de verse a uno mismo era utilizando un *jian* o jofaina llena de agua como espejo.
El *jian* más antiguo que se conserva es de barro. A medida que se desarrollaba la metalurgia, las jofainas de bronce fueron sustituyendo a las de barro. En las Tumbas Yinxu (provincia de Henan) se ha desenterrado un espejo de bronce de 3.200 años de antigüedad. Tras la aparición de los espejos de bronce, de imagen más nítida y más fáciles de usar, el *jian* dejó de servir de espejo y pasó a utilizarse como vasija de agua. Al principio, los espejos de bronce eran un lujo reservado a los nobles, pero no tardaron en convertirse en objetos usados a diario por la gente común y corriente. A lo largo de los más de 3.000 transcurridos desde su invención hasta comienzos del siglo XX, momento en que comenzó a emplearse el vidrio, los espejos de bronce fueron acumulando un rico contenido cultural y las bendiciones de quienes los utilizaban.

Espejo del gobierno

En el año 634 falleció Wei Zheng, funcionario de grandes virtudes y mucho talento de la dinastía Tang, muy conocido por su franqueza y audacia al hacer sugerencias y consejos ante el emperador. Su fallecimiento entristeció tanto a Li Shimin, segundo emperador de la dinastía Tang, que estuvo cinco días sin aparecer por la corte. Cuando al sexto día acudió a ella para presidir una audiencia imperial, seguía sin poder reprimir su dolor y dijo suspirando que la muerte de Wei Zheng representaba una gran pérdida tanto para él como para la dinastía: "Tomando el bronce como espejo, puedo arreglar mi aspecto; tomando la historia como espejo, puedo conocer las leyes de la prosperidad y la decadencia; tomando a las personas como espejo, puedo entender los éxitos y los fracasos de la vida. Procuro tener siempre cerca estos tres espejos para, en la medida de lo posible, evitar cometer errores en la corte. Pero con la muerte de Wei Zheng ya he perdido uno de ellos".
Cuando Li Shimin se miraba en el espejo, no sólo veía su imagen sino que también vislumbraba el modo correcto de actuar como emperador y gobernar el país.
Wei Zheng comenzó siendo censor. Sus amplios conocimientos, así como sus profundos estudios y análisis de los grandes acontecimientos de las dinastías anteriores, le permitieron sacar un cúmulo de experiencias y lecciones políticas sobre como consolidar y desarrollar el imperio Tang. La cualidad más valiosa de Wei era una honradez que le empujaba a decir la verdad con franqueza en beneficio de los intereses del pueblo y del país, sin temer a los perjuicios que tal proceder pudiera acarrearle. No se cansaba de recordar al emperador Li Shimin las causas del derrumbamiento de la dinastía anterior, la dinastía Sui, y en todo momento le aconsejaba llevar una vida frugal, conceder cargos a personas virtuosas y mostrar su amor al pueblo mediante la reducción de los impuestos y tributos. Aunque ascendió paso a paso hasta el cargo de primer ministro, Wei nunca dejó de hacer sugerencias a Li Shimin ni de señalarle los errores que cometía en el ejercicio del poder. Según consta en los documentos, a lo largo de su vida lo amonestó sobre unos 200 asuntos importantes. A su muerte, dejó al emperador Li un memorial inacabado sobre cómo tratar al personal de la corte.
Li Shimin, uno de los emperadores más sobresalientes de la historia de China, forjó una época de una riqueza y prosperidad sin precedentes. Ello estuvo estrechamente relacionado con su forma de ser y de actuar, es decir, con su disposición a escuchar las sugerencias y su voluntad de corregir los propios errores.
Siendo emperador, Li Shimin no podía evitar vincular cualquier cosa, incluso los espejos, con las cuestiones del Estado. En cambio, lo que suele hacer la gente común y corriente es pensar y hablar sobre temas de la vida diaria. Desde tiempos antiguos, se ha transmitido entre el pueblo la leyenda del "espejo partido, de nuevo unido".

Antiguo espejo de cobre de gran antigüedad, de los que se conservan muy pocos

"Espejo partido, de nuevo unido"

En la China de los siglos V y VI, las dinastías del Sur y del Norte se enzarzaron en frecuentes guerras.
El año 589 fue catastrófico para el pequeño reino Chen, cuya capital se encontraba en la ciudad de Nanjing. Impulsado por el deseo de unificar China, la dinastía Sui dirigió sus fuerzas militares hacia el reino Chen y sitió su capital. Sobre los habitantes de Nanjing planeaba el desastre de perder sus casas y de tener que exiliarse.
La ciudad se sumió en el caos y todo el mundo, incluidos los miembros de la familia imperial, se apresuraron a escapar. La princesa Yuechang y su esposo Xu Deyan se querían mucho. Antes de abandonar el palacio imperial, rompieron un espejo de bronce por la mitad y cada uno se llevó una parte. De este modo, si el exilio los separaba, las dos partes del espejo servirían para comprobar su identidad en un eventual reencuentro. Yuechang y Xu Deyan acordaron que, de perder el contacto, todos los años acudirían a la feria de la Fiesta de los Faroles (el 15 del primer mes lunar) llevando cada uno su parte del espejo con la esperanza de reencontrarse.
Por desgracia, la princesa fue capturada por los soldados Sui, siendo posteriormente obligada a casarse con el general Yang Su y a ser su concubina.
Según lo acordado, el año siguiente, al llegar la Fiesta de los Faroles, Xu Deyan fue a la feria y comenzó a buscar a su esposa por todas partes. Cuando ya desesperaba de encontrarla, un vendedor de espejos llamó su atención, puesto que en manos de un hombre vestido de criado vio justamente la mitad del espejo de la princesa. Al comprobar que la mitad que le mostró Xu Deyan encajaba con la otra, el sirviente le contó el infortunio de la princesa y le informó de su paradero. Xu Deyan no pudo contener sus lágrimas y en la parte del espejo de su esposa escribió estos versos: "Perdí el espejo y a la persona; encontré el espejo, pero no a la persona. Hou Yi nunca volverá a ver a su mujer Chang E y a la luz de la luna se siente muy solo". (Véase la historia de Chang E y Hou Yi en la pág.59 del número 4 de nuestra revista de 2001).
El sirviente volvió adonde vivía la princesa y le entregó el espejo y la poesía. Desde el momento que supo que su marido seguía con vida y andaba buscándola, la princesa pasó largos ratos con el rostro bañado en lágrimas: temía que, a pesar de vivir tan cerca el uno del otro, no tuvieran oportunidad de volver a verse.
Por fin, el general Yang Su descubrió lo ocurrido y, profundamente conmovido por el afectuoso amor de esta pareja, ordenó buscar a Xu Deyan permitiendo que la princesa volviera al lado de su marido. Después de muchas adversidades, los dos acabaron por reencontrarse.
Esta conmovedora leyenda dio lugar al modismo "espejo partido, de nuevo unido", que hoy en día se usa para referirse a la reconciliación de un matrimonio divorciado.
A raíz de esta leyenda, los espejos de bronce siempre han sido considerados prendas de amor. En las antiguas tumbas es frecuente encontrar espejos de bronce, ya enteros, ya partidos por la mitad. Según los arqueólogos, la costumbre de enterrar medio espejo con el difunto tiene algo que ver con la mencionada leyenda. En mayo de este año, un hallazgo arqueológico corroboró dicha afirmación. Mientras la Administración del Patrimonio Arqueológico de la provincia de Anhui estaba restaurando dos tumbas de la dinastía Tang, se descubrieron dos mitades de espejo en sendas tumbas situadas a tres metros una de otra. Al juntar ambas mitades, se comprobó que encajaban perfectamente y eran de un mismo dibujo. Seguramente, las dos personas allí enterradas vivieron unidas por el amor.
Según la filosofía antigua, tras la muerte, las almas iban a vivir a otro mundo. En el camino hacia el más allá, llegaban a una puerta que no podían traspasar a menos que tomaran un bebedizo que les hacía olvidar la vida anterior. Por influencia de la leyenda, se enterraba una mitad de un espejo con cada miembro de la pareja, de modo que pudieran reencontrarse en el otro mundo a pesar de haber perdido la memoria.

Colgar el espejo en lo alto

Los funcionarios de las dinastías feudales se sentían muy halagados cuando se los elogiaba con la expresión de "tan limpio como el agua y tan honesto como un espejo". En cuanto al emperador, fuera como fuese él mismo, exigía a todos sus funcionarios honestidad y justicia en el cumplimiento de sus funciones oficiales.
En las salas de los gobiernos de los diferentes niveles, solía colgarse un letrero que decía Ming jing gao xuan o Qin jing gao xuan ("Colgar el espejo en lo alto"); con este lema, se pretendía, por un lado, poner de relieve la honestidad y ecuanimidad de los funcionarios; y, por otro, declarar abiertamente que éstos no temían a la supervisión de otras personas.
Según una leyenda antigua, el qin jing era un espejo de bronce de Qin Shi Huang, el primer emperador de China. Se decía que con este espejo era posible ver los órganos vitales del cuerpo humano y conocer lo malo y lo bueno de una persona. En aquellos tiempos remotos, existían numerosas teorías relacionadas con dioses y espíritus, tanto es así que resultaba difícil distinguir la realidad de la fantasía, y la gente creía que lo más sensato era considerarlas verdaderas. De ahí que, en general, se procurara ser discreto tanto con las palabras como con los hechos.
Por supuesto, la honestidad genuina de un funcionario dependía de su autodisciplina. Según se cuenta, en tiempos de la dinastía Song, había un funcionario de rango inferior que guardaba en su casa un espejo extraordinario con el que podían verse objetos situados a cien kilómetros de distancia. El funcionario, deseoso de congraciarse con el primer ministro Lü Zhengmeng, encargó al hermano de éste que lo hiciera llegar a sus manos. Cuando le explicaron la peculiaridad del espejo, Lü Zhengmeng se puso a reír y dijo: "Mi cara no es más grande que un plato; ¿para qué quiero un espejo que puede reflejar cosas tan lejanas?". Con estas inteligentes palabras el primer ministro rechazó esta manera inadecuada de trabar relaciones.
Al echar una mirada retrospectiva a la historia, se comprueba que siempre se han cometido fechorías y siempre ha habido quienes han violado las leyes y los reglamentos estatales, por mucho que sobre ellos colgase el letrero "Ming jing gao xuan". A pesar de todo, no cabe duda de que los chinos sienten un afecto especial por los espejos de bronce y de que en su corazón simbolizan la luz, la fidelidad y la justicia.


Referencias
Datos sobre los espejos de bronce

Elaboración
La primera fase del proceso de fabricación de un espejo de bronce es la confección del molde, que suele constar de dos partes, una para el anverso y otra para el reverso. El bronce fundido se vierte por un pequeño orificio escondido. Una vez enfriado el bronce, se quita el molde. El reverso del espejo suele estar decorado con exquisitos motivos o caracteres, mientras que el anverso debe ser lo más liso posible.

Material
El bronce que se funde para verterlo en el molde no es puro, sino una aleación de bronce, estaño y plomo, cuyas proporciones varían de una a otra dinastía.

Pulido
Para conseguir un buen espejo es necesario pulirlo bien y aplicarle una capa de material reverberante. El pulido es un proceso difícil y laborioso que exige gran pericia técnica. Transcurrido un tiempo, el espejo pierde su lustre y es necesario pulirlo otra vez. De ahí que en la antigüedad el pulidor fuera una figura muy común.

Tamaño
Los espejos pequeños son delgados y ligeros, miden de tres a ocho centímetros y se llevaban atados al cinturón con una cuerda; los medianos, de entre 10 y 40 centímetros de largo, se toman con la mano, se cuelgan en la pared o se colocan sobre la mesa; los espejos de más de 40 centímetros ya pueden considerarse grandes. En 1980, en la provincia de Shandong se desenterró un espejo de bronce de 115 centímetros de largo y 57 de ancho.

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