El mundo en un
espejo
Por HUO JIANYING
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Espejo de bronce con exquisitos relieves
calados del Período de los Reinos Combatientes
(475-221 a.n.e.) |
Hoy en día, cualquier mujer se sorprendería
mucho si le dijeran que para maquillarse tiene que llenar
una jofaina de agua, ponerla en un lugar bien iluminado
e inclinarse sobre ella para ver la imagen de su rostro.
Pero eso es precisamente lo que 3.000 años atrás
tenían que hacer todos los días las mujeres
que querían maquillarse o simplemente ver su aspecto,
tanto si eran bealdades como si pertenecían a una
familia noble. Y es que en aquellos lejanos tiempos, la
única manera de verse a uno mismo era utilizando
un *jian* o jofaina llena de agua como espejo.
El *jian* más antiguo que se conserva es de barro.
A medida que se desarrollaba la metalurgia, las jofainas
de bronce fueron sustituyendo a las de barro. En las Tumbas
Yinxu (provincia de Henan) se ha desenterrado un espejo
de bronce de 3.200 años de antigüedad. Tras
la aparición de los espejos de bronce, de imagen
más nítida y más fáciles de
usar, el *jian* dejó de servir de espejo y pasó
a utilizarse como vasija de agua. Al principio, los espejos
de bronce eran un lujo reservado a los nobles, pero no tardaron
en convertirse en objetos usados a diario por la gente común
y corriente. A lo largo de los más de 3.000 transcurridos
desde su invención hasta comienzos del siglo XX,
momento en que comenzó a emplearse el vidrio, los
espejos de bronce fueron acumulando un rico contenido cultural
y las bendiciones de quienes los utilizaban.
Espejo del gobierno
En el año 634 falleció Wei Zheng, funcionario
de grandes virtudes y mucho talento de la dinastía
Tang, muy conocido por su franqueza y audacia al hacer sugerencias
y consejos ante el emperador. Su fallecimiento entristeció
tanto a Li Shimin, segundo emperador de la dinastía
Tang, que estuvo cinco días sin aparecer por la corte.
Cuando al sexto día acudió a ella para presidir
una audiencia imperial, seguía sin poder reprimir
su dolor y dijo suspirando que la muerte de Wei Zheng representaba
una gran pérdida tanto para él como para la
dinastía: "Tomando el bronce como espejo, puedo
arreglar mi aspecto; tomando la historia como espejo, puedo
conocer las leyes de la prosperidad y la decadencia; tomando
a las personas como espejo, puedo entender los éxitos
y los fracasos de la vida. Procuro tener siempre cerca estos
tres espejos para, en la medida de lo posible, evitar cometer
errores en la corte. Pero con la muerte de Wei Zheng ya
he perdido uno de ellos".
Cuando Li Shimin se miraba en el espejo, no sólo
veía su imagen sino que también vislumbraba
el modo correcto de actuar como emperador y gobernar el
país.
Wei Zheng comenzó siendo censor. Sus amplios conocimientos,
así como sus profundos estudios y análisis
de los grandes acontecimientos de las dinastías anteriores,
le permitieron sacar un cúmulo de experiencias y
lecciones políticas sobre como consolidar y desarrollar
el imperio Tang. La cualidad más valiosa de Wei era
una honradez que le empujaba a decir la verdad con franqueza
en beneficio de los intereses del pueblo y del país,
sin temer a los perjuicios que tal proceder pudiera acarrearle.
No se cansaba de recordar al emperador Li Shimin las causas
del derrumbamiento de la dinastía anterior, la dinastía
Sui, y en todo momento le aconsejaba llevar una vida frugal,
conceder cargos a personas virtuosas y mostrar su amor al
pueblo mediante la reducción de los impuestos y tributos.
Aunque ascendió paso a paso hasta el cargo de primer
ministro, Wei nunca dejó de hacer sugerencias a Li
Shimin ni de señalarle los errores que cometía
en el ejercicio del poder. Según consta en los documentos,
a lo largo de su vida lo amonestó sobre unos 200
asuntos importantes. A su muerte, dejó al emperador
Li un memorial inacabado sobre cómo tratar al personal
de la corte.
Li Shimin, uno de los emperadores más sobresalientes
de la historia de China, forjó una época de
una riqueza y prosperidad sin precedentes. Ello estuvo estrechamente
relacionado con su forma de ser y de actuar, es decir, con
su disposición a escuchar las sugerencias y su voluntad
de corregir los propios errores.
Siendo emperador, Li Shimin no podía evitar vincular
cualquier cosa, incluso los espejos, con las cuestiones
del Estado. En cambio, lo que suele hacer la gente común
y corriente es pensar y hablar sobre temas de la vida diaria.
Desde tiempos antiguos, se ha transmitido entre el pueblo
la leyenda del "espejo partido, de nuevo unido".
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Antiguo espejo de cobre de gran
antigüedad, de los que se conservan muy pocos |
"Espejo partido, de nuevo unido"
En la China de los siglos V y VI, las dinastías del
Sur y del Norte se enzarzaron en frecuentes guerras.
El año 589 fue catastrófico para el pequeño
reino Chen, cuya capital se encontraba en la ciudad de Nanjing.
Impulsado por el deseo de unificar China, la dinastía
Sui dirigió sus fuerzas militares hacia el reino
Chen y sitió su capital. Sobre los habitantes de
Nanjing planeaba el desastre de perder sus casas y de tener
que exiliarse.
La ciudad se sumió en el caos y todo el mundo, incluidos
los miembros de la familia imperial, se apresuraron a escapar.
La princesa Yuechang y su esposo Xu Deyan se querían
mucho. Antes de abandonar el palacio imperial, rompieron
un espejo de bronce por la mitad y cada uno se llevó
una parte. De este modo, si el exilio los separaba, las
dos partes del espejo servirían para comprobar su
identidad en un eventual reencuentro. Yuechang y Xu Deyan
acordaron que, de perder el contacto, todos los años
acudirían a la feria de la Fiesta de los Faroles
(el 15 del primer mes lunar) llevando cada uno su parte
del espejo con la esperanza de reencontrarse.
Por desgracia, la princesa fue capturada por los soldados
Sui, siendo posteriormente obligada a casarse con el general
Yang Su y a ser su concubina.
Según lo acordado, el año siguiente, al llegar
la Fiesta de los Faroles, Xu Deyan fue a la feria y comenzó
a buscar a su esposa por todas partes. Cuando ya desesperaba
de encontrarla, un vendedor de espejos llamó su atención,
puesto que en manos de un hombre vestido de criado vio justamente
la mitad del espejo de la princesa. Al comprobar que la
mitad que le mostró Xu Deyan encajaba con la otra,
el sirviente le contó el infortunio de la princesa
y le informó de su paradero. Xu Deyan no pudo contener
sus lágrimas y en la parte del espejo de su esposa
escribió estos versos: "Perdí el espejo
y a la persona; encontré el espejo, pero no a la
persona. Hou Yi nunca volverá a ver a su mujer Chang
E y a la luz de la luna se siente muy solo". (Véase
la historia de Chang E y Hou Yi en la pág.59 del
número 4 de nuestra revista de 2001).
El sirviente volvió adonde vivía la princesa
y le entregó el espejo y la poesía. Desde
el momento que supo que su marido seguía con vida
y andaba buscándola, la princesa pasó largos
ratos con el rostro bañado en lágrimas: temía
que, a pesar de vivir tan cerca el uno del otro, no tuvieran
oportunidad de volver a verse.
Por fin, el general Yang Su descubrió lo ocurrido
y, profundamente conmovido por el afectuoso amor de esta
pareja, ordenó buscar a Xu Deyan permitiendo que
la princesa volviera al lado de su marido. Después
de muchas adversidades, los dos acabaron por reencontrarse.
Esta conmovedora leyenda dio lugar al modismo "espejo
partido, de nuevo unido", que hoy en día se
usa para referirse a la reconciliación de un matrimonio
divorciado.
A raíz de esta leyenda, los espejos de bronce siempre
han sido considerados prendas de amor. En las antiguas tumbas
es frecuente encontrar espejos de bronce, ya enteros, ya
partidos por la mitad. Según los arqueólogos,
la costumbre de enterrar medio espejo con el difunto tiene
algo que ver con la mencionada leyenda. En mayo de este
año, un hallazgo arqueológico corroboró
dicha afirmación. Mientras la Administración
del Patrimonio Arqueológico de la provincia de Anhui
estaba restaurando dos tumbas de la dinastía Tang,
se descubrieron dos mitades de espejo en sendas tumbas situadas
a tres metros una de otra. Al juntar ambas mitades, se comprobó
que encajaban perfectamente y eran de un mismo dibujo. Seguramente,
las dos personas allí enterradas vivieron unidas
por el amor.
Según la filosofía antigua, tras la muerte,
las almas iban a vivir a otro mundo. En el camino hacia
el más allá, llegaban a una puerta que no
podían traspasar a menos que tomaran un bebedizo
que les hacía olvidar la vida anterior. Por influencia
de la leyenda, se enterraba una mitad de un espejo con cada
miembro de la pareja, de modo que pudieran reencontrarse
en el otro mundo a pesar de haber perdido la memoria.
Colgar el espejo en lo alto
Los funcionarios de las dinastías feudales se sentían
muy halagados cuando se los elogiaba con la expresión
de "tan limpio como el agua y tan honesto como un espejo".
En cuanto al emperador, fuera como fuese él mismo,
exigía a todos sus funcionarios honestidad y justicia
en el cumplimiento de sus funciones oficiales.
En las salas de los gobiernos de los diferentes niveles,
solía colgarse un letrero que decía Ming
jing gao xuan o Qin jing gao xuan ("Colgar
el espejo en lo alto"); con este lema, se pretendía,
por un lado, poner de relieve la honestidad y ecuanimidad
de los funcionarios; y, por otro, declarar abiertamente
que éstos no temían a la supervisión
de otras personas.
Según una leyenda antigua, el qin jing era
un espejo de bronce de Qin Shi Huang, el primer emperador
de China. Se decía que con este espejo era posible
ver los órganos vitales del cuerpo humano y conocer
lo malo y lo bueno de una persona. En aquellos tiempos remotos,
existían numerosas teorías relacionadas con
dioses y espíritus, tanto es así que resultaba
difícil distinguir la realidad de la fantasía,
y la gente creía que lo más sensato era considerarlas
verdaderas. De ahí que, en general, se procurara
ser discreto tanto con las palabras como con los hechos.
Por supuesto, la honestidad genuina de un funcionario dependía
de su autodisciplina. Según se cuenta, en tiempos
de la dinastía Song, había un funcionario
de rango inferior que guardaba en su casa un espejo extraordinario
con el que podían verse objetos situados a cien kilómetros
de distancia. El funcionario, deseoso de congraciarse con
el primer ministro Lü Zhengmeng, encargó al
hermano de éste que lo hiciera llegar a sus manos.
Cuando le explicaron la peculiaridad del espejo, Lü
Zhengmeng se puso a reír y dijo: "Mi cara no
es más grande que un plato; ¿para qué
quiero un espejo que puede reflejar cosas tan lejanas?".
Con estas inteligentes palabras el primer ministro rechazó
esta manera inadecuada de trabar relaciones.
Al echar una mirada retrospectiva a la historia, se comprueba
que siempre se han cometido fechorías y siempre ha
habido quienes han violado las leyes y los reglamentos estatales,
por mucho que sobre ellos colgase el letrero "Ming
jing gao xuan". A pesar de todo, no cabe duda de que
los chinos sienten un afecto especial por los espejos de
bronce y de que en su corazón simbolizan la luz,
la fidelidad y la justicia.
Referencias
Datos sobre los espejos de bronce
Elaboración
La primera fase del proceso de fabricación de
un espejo de bronce es la confección del molde, que
suele constar de dos partes, una para el anverso y otra
para el reverso. El bronce fundido se vierte por un pequeño
orificio escondido. Una vez enfriado el bronce, se quita
el molde. El reverso del espejo suele estar decorado con
exquisitos motivos o caracteres, mientras que el anverso
debe ser lo más liso posible.
Material
El bronce que se funde para verterlo en el molde no
es puro, sino una aleación de bronce, estaño
y plomo, cuyas proporciones varían de una a otra
dinastía.
Pulido
Para conseguir un buen espejo es necesario pulirlo bien
y aplicarle una capa de material reverberante. El pulido
es un proceso difícil y laborioso que exige gran
pericia técnica. Transcurrido un tiempo, el espejo
pierde su lustre y es necesario pulirlo otra vez. De ahí
que en la antigüedad el pulidor fuera una figura muy
común.
Tamaño
Los espejos pequeños son delgados y ligeros,
miden de tres a ocho centímetros y se llevaban atados
al cinturón con una cuerda; los medianos, de entre
10 y 40 centímetros de largo, se toman con la mano,
se cuelgan en la pared o se colocan sobre la mesa; los espejos
de más de 40 centímetros ya pueden considerarse
grandes. En 1980, en la provincia de Shandong se desenterró
un espejo de bronce de 115 centímetros de largo y
57 de ancho.
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