Espínola, mayor medallista olímpico argentino

En Beijing, el velista argentino Carlos "Camau" Espínola se instaló por cuarta vez consecutiva en el podio y con ello se convirtió en el deportista argentino con más medallas para su país en la historia de los Juegos Olímpicos.
La humildad y el bajo perfil que han acompañado la trayectoria de este hombre de 37 años, revelan poco del sacrificio y dedicación que Espínola ha prodigado a favor de un deporte con escasa difusión en Argentina.
Espínola se apasionó por la navegación a los once años de edad, en una laguna de Corrientes, su provincia natal. Seis años después comenzó a demostrar sus condiciones, al ganar el título de campeón sudamericano juvenil en Buenos Aires.
Su primera incursión olímpica fue en Barcelona 1992, donde quedó 24 en la clase Lechner. La consagración llegaría en Atlanta 1996 y Sydney 2000: cuando obtuvo plata en la clase Mistral.
En diciembre del 2000 formó equipo en la clase Tornado con Santiago Lange, un arquitecto naval nueve años mayor y considerado como una leyenda en ese deporte y cuyo padre, Enrique, participó en los Juegos de Helsinki 1952.
Lange y Espínola conformaron una dupla perfecta, para convertirse en campeones en el Mundial de España 2004, ganar bronce en Atenas 2004 y plata en el Mundial de Argentina 2006.
El puesto 13 que ocuparon en el Mundial de Nueva Zelanda 2008, previa a Beijing, no nubló el horizonte, ya que participaron con la idea de seguir probando una vela mayor que utilizarían en Qingdao.
Espínola fue abanderado de la delegación olímpica argentina en Sydney 2000 y Atenas 2004. Para China, fue incluído entre los candidatos pero el basquetbolista Emanuel Ginóbili se ganó el privilegio.
También fue el encargado de iniciar la ruta de la antorcha olímpica en Buenos Aires, único recorrido en una ciudad de Latinoamérica en su escala hacia Beijing.
Antes de partir hacia Beijing, Lange y Espínola revelaron a Xinhua su ilusión de obtener el oro, aunque admitieron que igual "sería bueno ocupar un lugar en el podio".
Lo lograron, con mucho trabajo y en silencio, atributos que distinguen a los grandes de verdad como Espínola y Lange.