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El
VII Congreso Nacional del PCCh
En momentos en que se avecinaba la victoria de la Guerra de Resistencia contra el Japón, al pueblos chino se la planteaban dos destinos o dos alternativas hacia el futuro: uno, un destino radiante, preconizado por el Partido Comunista de China, es decir, el de una Nueva China independiente, libre, democrática, unificada, próspera y poderosa después de la derrota de los invasores japoneses, y el otro, un destino sombrío, defendido a todo trance por la camarilla de Jiang Jieshi, o sea, después de la derrota japonesa, el mantenimiento de la dominación de los grandes terratenientes y la gran burguesía, la continuación de la política anticomunista y antipopular y la conservación de China como país semicolonial y semifeudal, desmembrado y sumido el la miseria. El Partido Comunista de China debía, al frente del pueblo de todo el país, esforzarse por hacer realidad el destino radiante. Del 23 de abril al 11 de junio de 1945 se celebró solemnemente en Yan´an el VII Congreso Nacional del Partido. En él estaban presentes 547 delegados titulares y 208 suplentes, representando a 1.210.000 miembros del Partido. Dicho congreso, separado por un intervalo nada menos que de 17 años del VI Congreso Nacional del Partido, celebrado en 1928, estaba llamado a resumir la experiencia revolucionaria hasta entones acumulada e ir al encuentro de la victoria de la Guerra de Resistencia contra el Japón. La orientación del trabajo del VII Congreso Nacional consistía en unirse para conseguir la victoria. Sus méritos históricos residen principalmente en los tres aspectos siguientes: Primero, hizo un balance de las experiencias históricas adquiridas por el PCCh en el espacio de 24 años al dirigir la revolución democrática de China en medio de altibajos y, sobre todo, las experiencias de 8 años de Guerra de Resistencia contra el Japón, y elaboró un programa acertado y unas tácticas correctas para derrotar a los invasores japoneses y establecer una Nueva China. Segundo, criticó las ideas erróneas existentes dentro del Partido, dilucidando sistemáticamente las bellas tradiciones y el excelente estilo de trabajo del Partido y unificando así los criterios de todo el Partido sobre la base del marxismo-lininismo y del pensamiento de Mao Zedong. Tercero, hizo surgir, mediante elecciones, un cuerpo de dirección central con Mao Zedong a la cabeza, de modo que todo el Partido quedó más unido que nunca en materia de organización. (Pueblo en línea)
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